En el triste juego de la corrupción los argentinos podemos gritar ¡bingo!.
La Jueza Federal María Romilda Servini de Cubría ha dicho que si no le son entregados en tiempo y forma datos que solicitara a la Presidencia de la Nación procedería a allanar la Casa de Gobierno.
No es ni siquiera necesaria la consumación del trámite para advertir que estamos verdaderamente al horno.
Pueden escribirse varios tomos de actos de corrupción a lo largo de nuestra Historia pero seguramente ninguno alcanza la gravedad de los dichos de esta funcionaria judicial.
La Jueza se encuentra investigando el tráfico de drogas en nuestro País y esas investigaciones la han llevado a la sede del Poder Ejecutivo de la Nación.
Esta mujer tiene una larga trayectoria en la Justicia, (más de 20 años) y conoce acabadamente los vericuetos del sistema.
Esa ha sido, sin dudas, la razón por la que hizo público este comentario.
Cuando se investiga a pescados gordos de la delincuencia civil y oficial es una buena forma de protección darle difusión popular a la causa para tratar de esquivar una bala con silenciador o un accidente inexplicable.
Las investigaciones apuntan al hoy renunciado y procesado Jefe de la CEDRONAR, José Graneros y a los hermanitos Zacarías, gente del riñón del kirchnerismo.
Uno de ellos era la mano derecha de Graneros, otro fue Jefe de Ceremonial de la Presidencia y un tercero actúa en la Secretaría Privada de la Señora.
La Jueza ha determinado que a distintos teléfonos de la Presidencia han entrado y salido llamadas de narcotraficantes dedicados a la importación de efedrina, un elemento que se utiliza para la fabricación de drogas sintéticas.
Es evidente que como se ha dicho con verdad, la realidad siempre supera a la ficción.
Resulta difícil imaginar que las oficinas de la Casa Rosada sean nido de tamaña impunidad.
Los fantasmas de Irigoyen, Perón, Frondizi o Alfonsín han de temblar en los rincones.
Uno tiende a imaginar que hemos tocado fondo, pero nadie se atreve a afirmarlo porque la capacidad corrosiva del modelo no parece tener límites.
Ya casi parece que Boudou es un pequeño mosquito inofensivo.
Ni que hablar del resto, que cada día engrosa la fila de los paseantes por los despachos judiciales.
Cuesta imaginar que aún la oposición y los oficialistas que apresuradamente comienzan el abandono del barco se demoren en el dictado de una ley que declare imprescriptibles los delitos de corrupción.
La reconstrucción de la sociedad no será posible si los que hoy exhiben su impunidad puedan salir de sus despachos como si nada hubiera pasado.
No es fácil recuperar la esperanza luego de tanto descalabro pero los políticos de todos los colores pero del mismo sentido de la verdad y la Justicia deben hacer el esfuerzo de dejar para mañana las disputas menores y sentarse juntos para garantizar que el que las hizo debe pagarlas.
Hay que obligar que los seguidores de Scioli y Massa, que se quieren hacer lo que aún no han demostrado ser se vean en la obligación de levantar sus manos para botar una Ley que termine con la impunidad de sus compañeros.
Sinceramente no los veo, pero hay que darle la oportunidad para saber con qué bueyes estamos arando.
Historias relacionadas
19 de abril de 2024
19 de abril de 2024
19 de abril de 2024