Si una batalla hemos perdido los argentinos por «paliza» en los últimos años es la de las drogas. Tan negativamente aplastante es el resultado de esa pelea, que surge la impresión de que directamente no presentamos combate. Que no salimos al campo de la lucha o que lo hicimos blandiendo la bandera de rendición.
Pocos países pasaron de un nivel aceptable de contralor al peor de los escenarios en tan breve lapso como la Argentina. Y si algo puede hacer mas grave el cuadro es que nada indica que se haya tomado la decisión de dar esa pelea. La droga, sus agentes y sus efectos, están confortablemente instalados en los mas altos estrados del poder en el país y no hace falta «tener información secreta» ni pertenecer a alguna fuerza de investigación para constatarlo. Por cierto, hay muchos integrantes del poder actual ( poder es gobernantes, oficia-listas, opositores, miembros de la justicia, de las fuerzas de seguridad, del periodismo, etc.etc.) que no hacen ningún esfuerzo por disimularlo. Escucharlos hablar sobre el tema, la dureza de sus criterios para con los que se enfrentan «en serio» a las drogas y sus negocios y no tener nunca un plan de lucha contra los traficantes, sino complacencia con la enfermedad ( que no nace de un repollo, sino de los que debieran ser combatidos y que además de enfermar, mata en masa) no hace mas que poner en clara evidencia de que lado del mostrador están.
Algunas de esas figuras llevan muchos años en el «candelero» como para que la sociedad no se de cuenta de sus posturas en torno a este flagelo. Cualquier ciudadano común podría decir sin mucho margen a erro-res tres nombres de políticos, tres de la justicia y otros tres del periodismo a los que ningún cartel jamas eliminaría.
Pero no es un intento de lucha contra molinos de viento lo que planteamos en esta columna. Mucho mas humilde y de menor pretensión es el presente artículo.
Procura enfocar lo que puede hacerse desde la pequeña trinchera de un municipio en esta materia. Poco, casi nada si se lo mide en el gran contexto de lo que un estado nacional puede y debe hacer. Pero no por ello carente de valor ni de entidad para ser abordado desde un medio.
Campañas de concientización, prevención, alternativas variadas e interesantes para el niño/joven en condiciones de vulnerabilidad mas acentuadas, fortalecimiento de la contención comunitaria y por caso, el fomento de la actividad deportiva en general, son herramientas que no van a cambiar de rubro a ningún narco, pero seguramente se van a interponer en el camino de la tentación de «probar» y la sabiduría de elegir quedarse afuera desde el principio.
Y aquí queremos detenernos en el plano netamente local. No todos los aspectos señalados pueden considerarse tratados y gestionados de la mejor forma por es-te municipio. Algunos han sido mas intentos que gestiones reales. Otros funcionan sin llegar al mejor nivel.
Pero contrariamente, en materia de Deportes, el municipio de General Paz hace largo tiempo que tiene bien ganado un lugar especial. Haciendo la aclaración, que toda gestión de gobierno tiene el derecho a implementar sus políticas y con los funcionarios que elija, lo que obviamente siempre otorga el derecho a otras visiones y otras propuestas, lo que está fuera de discusión es la disposición oficial para dar un apoyo a todas las iniciativas y disciplinas deportivas como no existe en ninguno de los municipios de una extendida región. Cualquiera que practique alguna actividad deportiva, aún aquellas menos populares o menos masivas, puede dar fe de nuestra afirmación.
En esta misma edición se publica por separado una crónica de ajedrez en la que se señala que un torneo de vieja data y tradición como el de la Cuenca del Salado se ha reducido este año a la participación de cuatro municipios, por la falta de recursos para financiar los viajes que deben realizar las delegaciones. Para que el lector lo entienda del mejor modo: el ajedrez es el deporte mas económico para practicar. No requiere indumentaria alguna, ni paletas, raquetas, cascos ni ningún otro elemento. Lo que llamamos delegaciones se conforman con un mínimo de cuatro jugadores, lo que equivale a decir que pueden viajar en un automóvil sin que sea necesario un gran ómnibus o una caravana de autos. Y por último: las distancias a recorrer en el mayor de los casos pueden ser 200 Kms que con la vuelta sumen 400. ¿Con qué frecuencia? Tantas veces como participantes haya. Seis, siete o a lo sumo ocho veces En todo el año.
En esta edición los que compiten además del municipio local son Belgrano, Monte y Las Flores. No consiguieron ese apoyo Cañuelas, Lobos, Chascomús y Dolores entre alguno mas como San Vicente y Brandsen cuyas ausencias no conocemos a que razones se deben. Damos este ejemplo del ajedrez porque es el mas elocuente de las limitaciones que tienen los deportistas en otros distritos. Si uno calcula que en esas comunidades no hay menos de 14 concejales (solo para dar una opción ), con que la mitad de ellos aporte UN viaje en su auto por año para llevar al equipo de su ciudad, nadie faltaría a la práctica de una actividad que muchas veces se ha repetido desde discursos y promesas de campañas que debiera ser materia obligatoria en las escuelas.
Por cierto, que aceptar que municipios de grandísimos presupuestos no puede ayudar a que un equipo de ajedrez lo represente en su región, es uno de esos trapos grandes de rendición en la batalla de la contención de sus jóvenes que no se pueden admitir.
¿Cómo pensar entonces que otras disciplinas que re-quieren mayor equipamiento, de delegaciones numerosas, costosas instalaciones, etc. puedan ser atendidas en sus requerimientos por el estado municipal, después de observar este ejemplo citado ?.
Y como salvo en las matemáticas, las gestiones resultan mas o menos buenas (o mas o menos malas) so-lamente por comparación, en este balance el municipio de General Paz alcanza una holgada y marcada diferencia a su favor. Desde jóvenes atletas, pasando por el fútbol, boxeo, ciclismo, automovilismo ( con cierres de temporada de rally corridos aquí por años ), hockey, etc., hasta los juegos de diversión y de la tercera edad, encuentran en Ranchos un apoyo que merece ser valorizado.Es tan cierto lo dicho que, sin la decisión, el sostén, la calidad de sus funcionarios y los equipos de trabajo en esta área, tal vez no se hubiera realizado la última edición de los Juegos Bonaerenses. Y no es exageración: lo dijo sin alardes la mas alta autoridad en la materia de la provincia a un miembro de este medio: «Sin lo que hizo Ranchos no había Mar del Plata».
Desde este punto de vista, no hace falta aclarar que habrá cosas por mejorar, errores que corregir y cosas que podrían hacerse mejor. Para aclarar lo obvio.
Pero volviendo al principio: cuando al momento de abordar la complejidad de la lucha contra las adicciones, en ningún discurso falta la mención a «apoyar al deporte en todas sus expresiones», sin temor a ser tildado de «publicista oficialista » aquí se puede decir que ese lema es una práctica cotidiana.
Y como en las actuales circunstancias, el periodismo es un oficio que lleva casi naturalmente a la úlcera o efectos mas graves, nos quisimos regalar una semana De la Rúa. Analizamos múltiples aspectos de la realidad ranchera y cuando lo hicimos con el Deporte, nos dijimos: Que lindo es dar buenas noticias!.
Y escribimos el presente sin temor alguno a ponernos colorados.Por el contrario. Absolutamente convencidos de estar contando una indiscutible realidad.
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