La destrucción de la red nacional ferroviaria, de una utilidad irreemplazable en una geografía inmensa como la nuestra y con vastas producciones regionales que requieren llegar a los puertos de exportación, ha sido una de las mayores vergüenzas que los argentinos arrastramos involucrando a muchas generaciones y a los mas diferentes gobiernos que han pasado por el poder nacional en largas décadas.-
Los que peinan canas, aún recuerdan aquellos servicios ferroviarios brindados por empresas extranjeras (casi exclusivamente británicas), eficientes, confortables, de notable utilidad, tanto para la movilización personal como para el transporte de mercaderías. Nada ni nadie, podía prescindir del tren.
Desde el tambero que llegaba con sus tarros a la estación del pago, porque no solo por las cabeceras de distrito pasaba el tren, hasta los antiguos comisionistas o las encomiendas que surtían almacenes, tiendas y casa de repuestos de maquinarias.
Solo pensar que en esos vagones viajaban cantidades de bultos de alto valor y que llegaban a destino sin in-convenientes y a muy bajo costo, nos permite una i-dea de cuanto ha cambiado la sociedad toda. Nadie podría imaginar hoy que esos valores se envíen por trenes que a lo sumo tenían un guarda como toda custodia. Muchos menos imaginar que algo llegue a destino.
Pero mal que nos pese, la nacionalización no solo nos privó en algunos años de este fenomenal servicio, sino que sirvió de prueba cabal de las miserias, ineptitudes y corrupción que nos caracteriza. Podrá decirse que la medida de quedarse con los ferrocarriles (analizar esa operación sería motivo de otra columna como la presente) fue del gobierno de Perón. Y resultaría fácil apuntar los dardos a esa decisión para cargar las tintas de todo lo ocurrido después en aquél gobierno. Pero resulta evidente, que setenta años mas tarde está plenamente evidenciado que si en aquello hubo errores, todo lo que siguió hasta hoy fue igual y peor.
Los ferrocarriles argentinos sirvieron para la mas monumental corrupción sindical, empresarial y estatal. En su nombre robaron tanto que finalmente lograron destruirlo. Los vagonetas se llevaron hasta los vagones.
Los vivos muy despiertos no dejaron ni los durmientes.
Y fue el gobierno de Néstor Kirchner al asumir hace casi 11 años, el que puso como piedra basal de su futura gestión la recuperación de los ferrocarriles, con todo su set de talleres, estaciones, ramales caídos, etc. etc.- Todo está muy fresco para recordar que ocurrió. En ese lapso se terminó de destruir lo poco que queda-ba. Se anunciaron e inauguraron servicios que jamás funcionaron. Se puso en marcha hasta un tren internacional que iba a Uruguay y que alcanzó a hacer dos o tres viajes y se acabó.
Fue en este período cuando la mafia enquistada en el gremio, terminó con el asesinato de Mariano Ferreyra. Y la tragedia de Once.Y los muertos del Sarmiento.
Un escándalo, aún en la Argentina que ya no se escanadaliza por nada.
Ahora bien: hace aproximadamente un año, tras tocar fondo y terminar con los funcionarios del área ( Jaime, Schiavi y otros) en el banquillo de la justicia, asumió un ministro con pretensiones de alcanzar nada menos que la presidencia de la República. Florencio Randazzo expresó que si podía demostrar que se podía recuperar el servicio ferroviario, su ambición era postularse al sillón de Rivadavia. Y en ese «tren» se puso en marcha, no hace mas de un año.
Nadie podrá decir que hoy los ferrocarriles funcionan bien. Tampoco que se han recuperado siquiera una parte de los ramales que debieran funcionar en este interminable territorio argentino.
Pero nadie puede negar que se ha logrado en UN año, mas que en los últimos TREINTA, naturalmente incluyendo los diez anteriores de esta gestión.
Con nuevos servicios en ramales suburbanos que transportan millones de personas por día, como la línea Sarmiento, con mejoras en sus estaciones, con nuevos servicios en el ramal La Plata- Constitución, algunos logros en el interior del país, en nuestra propia región se observan concreciones como la nueva traza en Chascomús que esperaba desde hace un cuarto de siglo) y hasta con algunos servicios nuevos que comienzan a rodar en esas vías, alcanza para afirmar que este ministro tiene algo para adornar sus pretensiones, que en este país de carencias y frustraciones al menos le garantizan no ser el peor candidato.
Pues bien. Nunca un cuadro de situación ha sido tan claro y evidente. « Quiero ser presidente y necesito para ello mejorar los ferrocarriles» ha dicho el hombre de Moque Hua, eligiendo un terreno que parecía no ser el mas fácil.
Randazzo ha puesto en la superficie algo mucho mas profundo que el debate de los ferrocarriles. Le está diciendo a la sociedad que si un día, los gobernantes de este país, se decidieran a pelear por el reconocimiento de la gente agregándole a sus discursos, relatos y puestas en escena (que por las dudas aclaramos saber que también existen en el proyecto Randazzo ) un poco de gestión en beneficio del ciudadano, no hay rubros insolubles ni es tanto el tiempo que se requiere para poder ver y recibir sus beneficios.
Si un ministro que no parece ser el descubridor de la pólvora, que no ha mostrado en varios años que lleva en la función, ser un destacado en las relaciones públicas, que ha sabido ganar mas adversarios que amistades y que jamás pensó en dedicarle su vida a especializarse en temas ferroviarios, ha podido mostrar algunos resultados importantes en uno de los temas mas complicados y en tan poco tiempo, ¿ Cómo pueden seguir haciéndonos el cuento de la buena pipa los gobernantes de todo nivel y pertenencia para justificar sus estruendosos fracasos en el gobierno desde hace muchas décadas hasta ahora ?.
Deben ser esos gobernantes los primeros en no ver con buenos ojos que los trenes de Randazzo salgan y lleguen a las estaciones de destino. Y menos si lo hacen en hora y sus pasajeros viajan mas o menos bien.
En la política de la Argentina, donde el único mérito de sus postulantes es convencernos de lo malo que son los demás, un ministro de un gobierno que en el mejor de los casos ha sido mas de los mismo ( y en otros casos bastante peor ) tuvo la ocurrencia de salir a la cancha a pelear por sus ambiciones con un desafío no nos pasa inadvertido.
Los pocos ilustrados de estas cuestiones de la política, dirán casi ingenuamente que « todo lo hace para posicionarse para las elecciones «. ¿ Y qué otra cosa debiera ser la competencia política sino tratar de convencer a la gente proponiendo cosas y haciéndolas realidad?.
Vale decir que escribimos este artículo desde la tranquilidad de poner como ejemplo a un dirigente político que no solo nunca nos resultó muy «simpático», con el que solo mantuvimos un par de encuentros en nuestras vidas de escaso saldo y que lo hace en el marco de un gobierno al que le anotamos pocas cosas en el haber de su gestión. Queda claro ?.-
Pero también sostenemos, que si cada argentino con algo de poder, que aspire a ser presidente se propone mejorar alguna de las tantas falencias que nos aquejan y cuando alguno de ellos llegue a conducir la nación es capaz de demostrar que « como presidente puede resolver unas cuantas cosas mas que como candidato», tal vez las elecciones comiencen a tener mas sentido, los votantes podamos contar con elementos para elegir al que nos parece el mejor ( y no el menos peor) y el país tal vez empiece a revertirse.
Solamente por haber marcado un camino diferente para canalizar sus pretensiones, este tal Randazzo merece un reconocimiento.
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