No han pasado 30 días de la paliza electoral sufrida por el Gobierno y todo parece haber sido una anécdota insignificante en la vida de ganadores y perdedores.
Con esta lógica va de suyo que estos últimos, los derrotados, trastocan su papel y se transforman en mágicos beneficiarios de un hecho bañado de adversidad.
Para que tal fenómeno ocurra es necesaria la confluencia de dos elementos fundamentales.
Por un lado, la dilución de la oposición, que no está a la altura del resultado y en muchos casos ha vuelto a la normalidad de sus apetencias mezquinas en procura de trepar a cualquier precio con las miras puestas en el 2015.
El más claro ejemplo es el de los retazos del Radicalismo que antes que nada se encargaron de no perdonarle a Cobos su triunfo electoral en Mendoza.
Es increíble que si fueron capaces de disculparle su acompañamiento a la Presidenta como compañero de fórmula ahora lo desplacen por haber cometido la traición de ser votado por la gente.
En otros casos los opositores se han tomado vacaciones y parece que se conformaron con figurar en las boletas y están a la espera de vaya uno a saber qué para criticar sin proponer.
Hasta en el mismo FPV los descansos están a la orden del día.
Claro que algunos paseos son más dulces que otros.
Moreno, por ejemplo, se va de gira a Europa con base en Italia.
Abal Medina a Chile, en un periplo más modesto.
El mejor de todos, sin dudas, es el perdidoso en las urnas Martín Insaurralde, que está restañando sus heridas en la tibieza del Caribe más que bien acompañado.
Mientras tanto, la Presidenta parece haber elegido un nuevo rumbo, que no es lo mismo que un nuevo destino.
Ha trocado su protagonismo absoluto por el ascenso de dos actores de reparto.
El Gobernador no renunciado del Chaco y el joven Ministro de Economía son ahora las caras visibles del elenco oficial.
Todo parece haber sido una improvisación, porque solo así puede entenderse que nada serio haya sido anunciado de inmediato.
Por supuesto que es un paso adelante que Capitanich emule a Corach y hable a diario con los periodistas.
Pero convengamos que resulta mucho porque venimos de la nada misma.
Esta semana deberá traer novedades que permitan avizorar si hemos cambiado de perro o sólo ha sido una alucinación.
Simón, el perrito bolivariano, no alcanza para imaginar demasiado.
Las palabras del Jefe de Gabinete diciendo a cada interlocutor lo que cada uno quiere oír, tampoco alcanzan.
Y siembra dudas que el sector que produce elementos que generan divisas genuinas, el campo, haya quedado fuera de la tertulia.
Hay tiempo, es cierto.
Pero no todo el tiempo.
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27 de marzo de 2024