En los últimos días en el país, extraña y mágicamente, el narcotráfico y su radicación en la Argentina y la gravedad de la situación imperante se han convertido en la agenda de los medios, de la dirigencia polìtica y de todos los actores sociales sin excepción. Como si de pronto algo se hubiera descubierto generando el asombro y la preocupación de todos, los argentinos «nos enteramos» que estamos entre los países mas vulnerables del planeta, que poco y nada se hace desde el poder (si prefiere desde los poderes), que algunas ciudades argentinas están igual o peor que aquellas que supieron hacerse conocidas precisamente por ser las que cobijaban a las peores organizaciones narcos ( caso Medellin, Juarez etc.), que las bandas hace rato que se matan entre ellas y aún algo mas novedoso: que el dinero proveniente de la droga se infiltra en la policía, en la justicia, en la polìtica y por ende en todos los espacios donde haya poder.
Por cierto en nuestro caso la única sorpresa es «la sorpresa» de todos. Y lo que es realmente mucho mas preocupante: la historia de los países que han pasado ( o están pasando) por la ocupación de los mercaderes de la droga, han dejado muy clara la lección: cuando se produce una reacción en cadena de todos los sectores y poderes de la sociedad para señalar que ha llegado la hora de luchar contra el mal, el disparador generalmente no es otro que el mismo enemigo contra el que se anuncia la guerra.
A ver: en el campo de batalla de las grandes organizaciones internacionales, por cierto que no las andan con chiquitas y antes o después, surgen ganadores y perdedores. Vivos bien vivos y muertos bien muertos. Cuando en la suma de batallas, la guerra empieza a dejar algún perdedor sin chances, es el mismo perdedor el que se convierte en el mayor vocero de la existencia de bandas, de denuncias y de todo lo que, detalle mas o menos, pareciera haber empezado a ocurrir hace una o dos semanas en la Argentina.
Es claro que las apariencias engañan y no tiene necesariamente que ser así esta realidad.
Pero . . . . .
Cuesta explicar que ante el embate de la Iglesia, con un comunicado de contenido indubitable; con la Suprema Corte pidiendo a los otros poderes que hagan algo efectivo y la cascada consecuente que se generó, el gobierno nacional haya tenido tantas opiniones disonantes como posibilidades encontró de contradecirse. Desde el tan «personal» secretario de Seguridad de la Nación que llegó a decir que « la Argentina está en niveles comparables con Suecia y Canadá» en materia de Seguridad y « que organismos internacionales nos felicitan por la lucha contra el narcotráfico» y otra serie de cosas, hasta la opinión de un « mesa chica del gobierno» como es el diputado «Chino» Navarro que tocó el escepticismo al decir que «en las actuales condiciones es poco lo que el estado puede hacer para vencer al narcotráfico organizado».-
En el medio las mas diversas opiniones y para todos los gustos.
Que la situación es grave, nadie debiera dudarlo. Que hace mucho tiempo que debió lanzarse la lucha «hasta las últimas consecuencias» también.
Pero…….
Si el momento es éste y la decisión se tomó ahora, nos tomamos un respiro para un pedido que no debiera resultar menor. El autor de esta nota, ocupó hace mas de 20 años una asesoría en la por entonces Comisión de Lucha contra el Narcotráfico de la legislatura bonaerense y apenas integrado a ella, debió sumarse a la cruzada para evitar el entusiasmo de algunos legisladores que ya «tenían muy claro que liberar la venta de droga» era la solución para terminar con el flagelo.
Desde entonces, bajo el lema de « no confundir una enfermedad con un delito» y banderas similares. Repitiendo que « no permitamos los fracasos de la mano dura» y otros lindos enunciados, en esos veinte años pasamos de aquella argentina a ésta.
Vaya la pregunta del caso: ¿ Nadie tiene responsabilidad alguna en este rotundo fracaso que hoy cuesta nada menos que el peligro cierto de las vidas de millones de jóvenes en la Argentina ?. Todas las voces todas, que hicieron del « es mentira que la droga es peligrosa « « es mentira lo que dicen …..» y tantas afirmaciones que llenaron los espacios hasta lograr que los que pensamos diametralmente de otra forma, debiéramos llamarnos casi a silencio para no morir en la hoguera de la opinión pública. ¿ No debieran decir públicamente algo ?
Los que fuimos « estúpidos» o « fachos» cuando sostuvimos que aquella famosa modificación de la ley que impuso « la tenencia para consumo personal» no era otra cosa que el salvoconducto para que todo tipo de droga pudiera distribuirse tranquilamente por todo el país con mucho menos riesgo que andar con el seguro del auto vencido o carecer de la VTV. ¿ No podemos ahora hacer alguna pregunta?.
Hace una semana, pareciera que nuestros organismos de inteligencia, nuestros gobernantes y algunos otros, advirtieron que «los delivery» reparten en pequeñas dosis « de consumo personal» y no en grandes camiones como parece que imaginaban. La pregunta es clara: si no se puede tomar una de las puntas del ovillo que es el comprador de « algo que decimos combatir», ¿ Cómo creer que lo fácil es empezar por la otra punta que es la cabeza de organizaciones que en algunos casos – no sabemos si en la Argentina es así – se esconden en los principales despachos de las sedes de los gobiernos nacionales o sus mas altos poderes de justicia ?.-
Podríamos hacer de esta edición un editorial de 12 páginas con esta cuestión.
Pero en procura de ser concretos, queremos dejar planteado lo que nos parece central. Si en serio desde el gobierno, desde la justicia en su máximo organismo, desde los sectores sociales consideran que ha llegado la hora de ir en serio en esta pelea, no hay posibilidad de que el pueblo crea y acompañe si no hay primero una gran y masiva confesión de haber equivocado el camino al menos en los últimos veinte años de política nacional. Si los mismos que nos hicieron discursos, nos aprobaron leyes, las implementaron y las llevaron a cabo, Los mismos que financiaron los recitales de los muchos músicos que nos han cantado largamente; los artistas que nos han ayudado a pensar; los periodistas que en nombre del progresismo nos dijeron «como era la cosa»; los mismos que nos apabullaron a los que advertíamos este riesgo de ser « fachos» y algo mas.
Si los que hoy deciden lanzar esta lucha son todos ellos y además sin decirnos que en algo se equivocaron, está de mas que le digamos que estamos ante una guerra absolutamente perdida de antemano y de costos inimaginables.
Historias relacionadas
18 de abril de 2024