No han pasado tantos años desde que la Argentina y los argentinos conformábamos el polo unánimemente reconocido como de mejor nivel educativo de esta región del continente, tal como pasaba con la cultura, el arte, las investigaciones y las ciencias en general. Existían discusiones ideológicas en torno a ciertas cuestiones, pero nadie discutía el nivel de excelencia de nuestra escuela pública y de los claustros privados, de nuestros docentes y del nivel general de conocimientos del argentino medio.
Llegaban de muchas partes del mundo a educarse a la Argentina. Nuestros profesionales eran prestigiosos y cotizados. Y visitar la Argentina, tanto su gran capital como el resto de sus maravillas interiores, era también disfrutar de un país maravilloso, con riquezas respeta-das y pobrezas dignas.
Un país donde las familias adineradas disfrutaban del respeto del resto de sus conciudadanos. Eran en general esas familias donde el jefe era Don fulano de tal y se lo saludaba quitándose el sombrero o la gorra.
Y donde el llamado pobre, lo era solo porque tenía menos poder adquisitivo. Pero era también rico en educación, en comportamientos, en solidaridad. Y podía criar a su familia y sobre todo, ejercer sus roles de padres y guías con el resto de familia.
Eso y mucho mas era esta argentina de algunas décadas solamente. Un país que las nuevas generaciones no conocieron y en muchos casos ni siquiera sospechan su existencia porque los relatos actualizados niegan sistemáticamente ese pasado al que pintan tan errónea como perversamente, para que los jóvenes terminen por aceptar que vivimos progresando.
Que cada día es un paso adelante. Claro que sin advertirle que a veces, adelante está el abismo y no siempre ir hacia ir al frente es progresar en el verdadero sentido del término.
Hoy resulta evidente que ya no somos el ejemplo de tantas cosas, ni siquiera para nuestros países vecinos, con los que por las dudas hemos aumentado de forma peligrosa nuestros conflictos hasta convertirnos en el menos querido de la barra. Ese al que todos procuran evitar y pocos invitan a su cumpleaños.
Vayan pruebas; la relación con Brasil debe estar pasando por su peor momento de los últimos cincuenta años y ademas la relación personal de ambas presiden-tas se sabe que apenas cumple las formalidades. Dicho claramente: no se quieren nada y esto viene desde antes de Dilma, toda vez que el actual gobierno nacional no le perdona a sus pares brasileros la buena relación, y el alto concepto que ellos tienen del rol del ex presidente Eduardo Duhalde en el Mercosur.- Con Uruguay, hace años que no podemos recuperar siquiera un buen trato de vecinos. Se hizo célebre el pensamiento de «pepe» Mujica sobre el gobierno argentino y puntualmente sobre la Dra. Fernandez en aquél episodio del «micrófono abierto». Pero vale recordar que ya antes, otro presidente uruguayo dijo algunas cosas sobre nosotros que – aún aclarando que no damos todas por válidas – marcan que no somos los mejores amigos de los charrúas. Cerquita nomás está el caso de Paraguay, al que porque no nos gustó como resolvieron una situación institucional de «ellos» con el ex presidente Lugo, los echamos del Mercosur bajo la presidencia argentina y en una cumbre aquí y por propuesta argentina. Y podemos seguir: con Chile nuestras peleas en cada recreo son eternas, pero ahora le sumamos que no cumplimos los contratos de venta de gas, queremos echarlos del aeroparque con los aviones de su línea y tal vez «hacerle piquete de ojos».
La lista sigue: con Perú casi ni nos hablamos, con Colombia otro tanto y nos quedan amistades al menos para tomar un café en Bolivia, Venezuela ( ya no tanto) y Ecuador.
Así somos, diría la gran Eladia.
Pero lejos de dolernos esta realidad y al menos aceptar que el gran desafío es ponerle fin y reiniciar el camino de la recuperación, desde muchos lugares que bajan línea, nos hemos acomodado a esta debacle y actuamos de modo tal de hacernos amigos del fracaso, de la pérdida de jerarquía, de la desculturización masiva, de una educación donde los que antes eran nuestro orgullo, ahora toman los colegios y cometen atrocidades con una una de nuestras iglesias mas emblemáticas de la República.-
Y los que antes eran la gran reserva generacional hoy son chicos que ni siquiera saben muy bien que es vivir en sociedad y mucho menos acatar sus reglas, que no tienen porque gustarles, pero contra las que no pueden actuar con herramientas mas propias de golpistas institucionales que de alumnos de colegios de excelencia.
Al siguiente ejemplo, procuramos meterlo en este chaleco, porque consideramos que tiene aristas para calzar en él. Pero naturalmente va hasta con cierto humor, atendiendo aquello de que hasta en las mas pequeñas cosas se advierte la realidad en la que ocurren esas pequeñeces. Observábamos con atención noches pasadas un programa televisivo que se emite diariamente por un canal de aire, en el que participa la gente en las calles y donde son elegidos por el con-ductor y sus colaboradores participantes que concursan por dinero a través de un concurso de preguntas donde el invitado elige a otra persona de la calle para que responda por él. Lo curioso es que el participante debe «saber» si el consultado dará la respuesta correcta o no sabrá contestar.
Así de claro: «¿Sabe o No sabe?» le dicen al concursante y este apuesta. ¿ Qué es lo llamativo ? Ya casi el Lo Sabe va quedando de lado y se apuesta mayoritariamente a No lo Sabe.
Y claro……, la mejor forma de ganar en esta Argentina es apostar a que cualquier persona en la calle sabe poco y nada de casi todo. Y esto lo premiamos.
En el citado programa Y EN LA ARGENTINA TODA.
En un país donde el presidente de un organismo de salud es un ingeniero. El funcionario que maneja toda la economía nacional, sus recursos, su moneda sus políticas de créditos etc.etc. es un señor puntero barrial que arregla los conflictos repartiendo guantes de boxeo o a las trompadas en una plaza y para ser diputado nacional alcanza con tener la primaria terminada, no puede sorprender que se premite el No lo sabe.
Y no disimula que a veces las preguntas sean un tanto complicadas. Podríamos hacer a modo de experimento una guía de preguntas para ese programa: ¿ Quién fue el primer presidente argentino ?.- ¿ Un presidente argentino entre 1880 y 1895 ?; ¿ En qué provincia queda Esquel ?;¿Quienes integraban el primer Triunvirato ?; ¿ Cuántas provincias tiene la Argentina ?.- ¿ Quién es el actual ministro de economía ? ( está en el cargo hace varios años ); ¿ Quien es el ministro de Educación de la nación ?. ¿ Cuántos senadores integran el senado ?……
Estimado lector: Si le tocara a usted participar del programa como concursante que elegiría: ¿Lo sabe ? o ¿ No lo sabe ?.-
Y por último una pregunta «retonta»: ¿ No sería bueno desde un medio como la televisión hacer programas donde si hay que dar premios se les otorguen a los que SABEN ?
Hace mucho tiempo que nuestra bendita Argentina viene premiando a los que NO saben. Y mientras reciben esos privilegiados premios, bastante mal nos va a todos.
Tanto que cada vez con mas ansiedad, algunos soñamos con apostar a LO SABE y que el protagonista no nos defraude.
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