La comunicación ha sido desde siempre un instrumento fundamental para transmitir informaciones y opiniones.
En virtud de ello, los gobiernos la han considerado de manera especial, sabedores que mucho de sus éxitos y fracasos obedecen a la manera elegida para tomar contacto con la comunidad.
Cada uno tiene su estilo y en función de ello es posible conocer características e ideologías que visten su personalidad.
El Gobierno actual ha preferido usar de los medios de prensa por el camino de hacerlos sus enemigos más fuertes y de ahí la tarea de denunciarlos como desestabilizadores y, al mismo tiempo, intentar montar una red propia que los reemplace y difunda una visión partidaria que elogie su gestión.
No obstante los esfuerzos y desatinos políticos y económicos, (la pauta publicitaria es fundamental para una y otra cosa), la maniobra no ha dado resultado.
Diarios, canales, radios, opinadores, periodistas livianos de papeles no han podido reemplazar a los grandes medios quizás porque éstos son más creíbles porque desde sus voces se acercan más a la verdad.
El resultado de las elecciones del pasado 11 de agosto ha producido un intento desesperado de cambiar de estrategia desde el Poder, tratando de buscar alguna manera de torcer el rumbo de las urnas para el 27 de octubre.
La reacción es tardía y seguramente ineficaz no porque carezcan de capacidad los especialistas oficiales, que seguramente han de conocer el tema, sino porque nadie puede engañar a todos todo el tiempo.
Como si hubiera ingerido una sobre dosis de relajantes y ansiolíticos, la Presidenta intenta parecer una señora muy aseñorada que se muestra como vestida con piel de cordero negro para disimular los rasgos conocidos de su personalidad.
Alguien, seguramente mayor, ha desplazado a los impulsos mozos de la Cámpora y hemos entrado en el ciclo de los programas semanales de la dulce televisación de reportajes que cambian de preguntador y mantienen a la preguntada.
En la segunda mitad de la década del 60 fue “El amor tiene cara de mujer “ la cita semanal de todos para seguir los encuentros y desencuentros de Vanesa, Laura, Matilde y Marcela, las cuatro empleadas en el instituto de belleza que interpretaban Delfy de Ortega, Iris Lainez, Angélica López Gamio y Bárbara Mujica.
Ahora es el poder el que tiene cara de mujer y sólo varía el elenco masculino.
Hoy le toca a Jorge Rial, periodista de espectáculos de fama.
Naturalmente que la ficción creada por Nené Cascallar en los 60 dista de esta otra ficción que intenta la Presidenta.
Para colmo, en la segunda entrega la vimos hablando con un léxico propio de sus elogiados “barras bravas” reiterando así la idea que la domina que una forma de hacerse moderna y espontánea es mostrarse ordinaria y maleducada.
Diez años después no es creíble la modalidad gentil ni el recuerdo victimizante de lo que le decían otros peronistas en una sesión de la Legislatura de Santa Cruz.
Si el cambio de actitud perdura, ayudará al menos para que la transición sea civilizada.
Mientras tanto puede servir para aplacar los nervios del ama de casa que va a la verdulería y se encuentra con que un choclo cuesta $ 9,00, el kilo de zapallo$ 15,00 y el kilo de morrones $ 60,00.
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24 de abril de 2024