La política argentina es una inagotable fuente de ocurrencias de todo tipo.
Las hay buenas, porque de ellas surgieron medidas adecuadas para producir cambios que beneficiaron a la gente y elevaron la calidad y cantidad de bienes.
De las otras ha habido también un montón.
Ante la inminencia electoral cada sector planifica sus estrategias para procurar seducir al electorado.
Es natural que así sea, porque es una regla básica de la Democracia que los resultados de las urnas sean el instrumento que reparta las porciones de poder que a cada uno le corresponda.
Naturalmente quien tiene la titularidad del Gobierno corre con ventajas, porque cuenta con recursos económicos, materiales, técnicos y humanos en cantidad suficiente como para abarrotar su oferta.
Las distintas opciones opositoras se ven en dificultades porque los recursos siempre resultan insuficientes.
Para colmo, en nuestro País se ha producido un debilitamiento casi hasta la extinción de los Partidos Políticos, lo que hace que las ideas pierdan lugar en la grilla a favor del clientelismo y el divertimento propio de los regímenes populistas.
Pero, porque siempre hay un pero, la actualidad muestra que la sociedad parece haber decidido que este ciclo se termina y no hay forma de frenar la declinación.
El resultado de las elecciones de entrenamiento del pasado 11 de agosto anuncia la decisión.
Queda la duda de saber si se trata de un cambio en serio o apenas un maquillaje que cambie de collar pero no de perro.
En medio de la puja y ante la irreversibilidad del proceso, el Gobierno se ha visto obligado a esconder a varios de sus personajes más radicalizados.
La lista, que sale sola, incluye al Vice Presidente de la República, Amado Boudou, un desaparecido de la escena pública.
Los diputados Kunkel y Diana Conti han corrido la misma suerte, no obstante figurar en la lista de candidatos en lugares que les asegura la reelección.
Si no hubiera sido por el procesamiento que por fin dictó la Justicia contra el Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, éste hubiera sido el principal desaparecido.
Esta táctica fríamente calculada debe ser tenida en cuenta para saber que la preferencia por la boleta oficial implica el sometimiento a la misma gente, a los mismos métodos y a las mismas ideas.
La selección de cualquiera de las otras opciones marcará un hito modificatorio, que cada uno definirá en la intimidad de su conciencia.El hartazgo es la fuente convocante.
La diversidad es el reservorio de la República.
No es cierto que los pueblos nunca se equivoquen.
Resta esperar que no nos equivoquemos demasiado esta vez al menos, como para albergar una cuota de esperanza.
Por Héctor Ricardo Olivera
hectoroliver@speedy.com.ar