Sin desconocer qie la Iglesia Católica universal tiene una estructura importante, una conducción y un dogma (en realidad la fe es mas que eso) incorporado casi como el ADN de la mayoría de su autoridades, tomando desde niveles de cura hacia arriba en todas sus jerarquías, notiene asidero la pretensión de una comparación entre la magnitud de la feligresía que gobierna el Vaticano, los mas de mil doscientos millones de creyentes, la dispersión de la Iglesia en las diversas sociedades del mundo y la complejidad que implica competir en un mundo creyente pero fervorosamente capitalista y materialista en una parte del globo o con otro pedazo de este planeta que por allí discursea mas cercano a los mas humildes, socializa sus slogans y pareciera tener un idioma mas compatible con la Iglesia, pero que a la vez «profezan» el ateísmo o cuanto menos, no pertenecen a la Iglesia de Pedro, con gobernar un país, por importante que este resulte.
Bajando estos conceptos genéricos para traducirlos a lo que pretendemos expresar: es de suponer que nadie creerá ciertamente que es mas complicado gobernar la república argentina que el Vaticano.
Por las dudas y para curarnos en salud, a sabiendas que «un núcleo duro» pondrá en duda esto y varios pensarán lo contrario, hacemos la advertencia para que no gasten sus minutos y descarten seguir leyendo este artículo de este mismo renglón.
Pensar de tal modo equivale, entre otras cosas a afirmar que el Papa Francisco no podría ser presidente de la Argentina. O que Alfonsín, Menem, de la Rúa, Duhalde, Kirchner, Cristina y los que vengan tienen (o han tenido) un rol y una responsabilidad inmen-samente mas dificultosa, compleja y demandante de mas y mayores virtudes y capacidades que las que posee el Sumo Pontífice.
No es con quienes piensan así este abordaje, por eso no está en nuestra raíz contradecirlos.
Con el resto nos permitimos discurrir, a partir de lo que está generando el papa argentino en sus cortos meses de papado. Las imágenes que estos días nos llegan desde Brasil, trascienden lo racional, la admira-ción, la sorpresa, el encanto. Hace que la pantalla televisiva nos golpee en las fibras mas íntimas, para generar lágrimas, estremecimiento, silencio y hasta reacciones sorprendentes.
Francisco nos puede largamente. Hace, en la realidad mucho mas de lo que se nos podría ocurrir pedirle.
Supera largamente la expectativa de milllones de seres humanos. Sin distinción de razas, edades, sexo, clases sociales.-
¿ Y qué cosas hace Francisco que no estén dentro de las que un ser humano (aún tocado por la Gracia Divina o elegido de Dios) pueda hacer. Y sobre todo un ser humano de 76 años de edad y hasta con alguna disminución física.
Su forma de proceder con la gente ( no hablamos de rezar el Angelus o rezar en latín ), ¿ Son irrealizables para los dirigentes y gobernantes argentinos ?.-
Veamos: Para que un gobernante, sobre todo si es pre-sidente o gobernador, camine entre la gente o vaya a un acto, en la Argentina primero hacen un largo estudio de que clima van a tener, ajustan todo de modo tal que la platea sea adicta, se llenan de vallas, hasta las Fuer-zas Armadas tienen que hacer inteligencia y un ejército de custodia los protege. Afirman que los riesgos que asumen son incalculables.Y van a un acto con mil, dos mil o diez mil personas. El papa universal, tal vez la máxima figura del mundo, de este planeta inundado de desquiciados, terroristas y asesinos suel-tos, camina, saluda, besa y conversa con millones de personas desconocidas y en situación absolutamente imposible de controlar.
«La muerte es algo que llegará cuando deba llegar. Nunca antes» ha dicho. Jamás diría que desconoce el riesgo que corre. Lo asume.
Pensar que en la Argentina muchos dirigentes no visitan una exposición, no van al interior o no suben a un colectivo porque «los pueden silbar o insultar».
A sus 76 años, el santo Padre acaba de decir que «hay que hacer una revolución en la Iglesia» y le pidió a los jóvenes «que hagan lío».- « La iglesia es el abogado de los derechos de los mas humildes», pero dice eso y actúa así. Miremos ya no a los funcionarios guber-namentales de la Argentina sino al mas novato de sus colaboradores y ninguno de ellos circula en un automóvil tan sencillo como el que el Papa pìdió para abordar cuando arribó a Brasil y en el que se movió hasta ser recibido por la presidenta.
Los autos de lujo eran de la custodia brasilera y con vidrios polarizados. El Papa viajó en un sedan con la ventanilla abierta.
El Papa habla sencillo; con voz pausada. Sin asesores ni encuestadores. ¡ Cómo cuesta oír algunos mensajes de nuestros candidatos estos días y eso que lo hacen luego de años de estudiar técnicas de discursos, con grandes asesores, sobre los temas encuestados y con decenas de cámaras preparadas para que luzca mejor!.
¡ Qué manera de vivir equivocados ! En esta Argentina hasta un concejal tiene miedo de la gente. Y no lo asume.
¡ Cuanta diferencia entre toda esta clase dirigente que se cree importante con alguien que es muy importante!¡ Cuanta diferencia entre toda esta clase dirigente que dice interpretar a la gente, trabajar por ellos y estar al servicio de esa gente y quien no lo dice: LO HACE.
« Déjense buscar y encontrar por Jesús. Es un amigo que no los defraudará» les dijo a mas de un millón de jóvenes que lo ovacionaron.
No hay subsidios ni planes en las carpetas de Fran-cisco. Y sin embargo, mujeres, hombres, chicos, mayo-res, humildes, pudientes lo siguen casi ciegamente.
Para ser brutalmente claros: ni choripanes regalan en sus recorridas.
En la Argentina está lanzada la campaña electoral y desde que la misma esta en marcha, no hay acto, ni entrevistas donde los candidatos no mencionen al Papa. Y hasta hace pocos días, en un antrevista en un medio de este grupo, un candidato a senador no ocutó su molestia ante la pregunta sobre si por estrategia, cada uno de los miembros de esa lista nombraban a Francisco en cada nota.
No está mal, Claro que no mirar y escuchar al ocu-pante del sillón de Pedro. Pero hasta por pudor, clama-mos que bajen ( y si es posible desaparezcan ) las menciones permanentes a lo que dice el sucesor de Benedicto y alguien empiece silenciosamente a seguir su ejemplo. A caminar cada calle, A tomar mate con los humildes. A recorrer las villas.
A ganarse la fe de los demás en lugar de rogárselas.
Si algo quieren de Francisco, empiecen por ser un poquito como él.
La gran mayoría tienen muchos años menos que el Papa. Se postulan para ocupar cargos que son los de una cooperadora escolar comparados con el que hoy ejerce el obispo argentino. Y en lugar de tratar de ha-cer una revolución en el mundo desde los mil tres-cientos millones de fieles, solo tienen que dejar de ha-cer tantas macanas para revertir el camino de una tierra de promisión, bendecida por la naturaleza, inmensamente rica y para que empecemos a vivir un poco mejor apenas cuarenta millones de seres humanos.
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