Si algo roza el mundo de lo imposible en esta argentina actual, es procurar al momento de decidir escribir una columna como esta, encontrar temas que infundan optimismo, pronósticos alentadores o ponderaciones objetivas sobre temas actuales o futuros que hagan al bienestar general.
Esa realidad ya es suficiente para agobiar a cualquier periodista. Porque no se equivocaba el ex presidente al decir « Que lindo es dar buenas noticias». Claro que solo hace falta que esas buenas noticias sean bien fundadas y no una ilusión óptica como ocurrió en el año 2000.
En este sentido, a nadie le caben dudas que tanto la situación actual como las posibilidades de reversión de las mismas por parte del actual gobierno nacional son tan escasas que a nadie que las considere nulas se lo califica insano. Así entonces, los ojos de todos (aún con diferente entusiasmo) están puestos en quienes aparecen como muy posibles sucesores en la conducción del país. Alternancia que en general ha servido en la historia reciente para cambiar el humor y despertar esa esperanza de que «como toda escoba nueva barre bien» al menos por un tiempo vendrán buenas nuevas que ayuden a que todos estemos un poco menos peor.
Pero, lamentablemente la honestidad que obliga a no deformar la realidad en procura de esas ilusorias fantasías, nos conduce a poner en foco una nueva página en la historia cada vez mas decadente de nuestra vida. Cada gobierno nuevo se merece un tiempo de paciencia. Lo que se ha dado en llamar «la luna de miel» que a todos de alguna forma se les ha concedido.
Tristemente estamos asistiendo a un cambio en este sentido que enciende todas las alarmas. Aún sin haber pasado por el acto eleccionario que podría convertirlo en «presidente electo», el candidato mas votado de las PASO, que no lo eligieron en nada, asumió a partir de la enorme diferencia alcanzada en esas urnas, un rol de «casi» futuro presidente que no puede eludir. Y en ese sentido, intentando descontar el muy breve lapso que lleva desde que se enteró que sería candidato (lo designó el dedo de quien lo acompaña en la fórmula hace solo cuatro meses) para hacer en esa urgencia su programa de gobierno, sus equipos, sus relaciones internas e internacionales y un cúmulo de cuestiones básicas de todo gobierno que sin dudas no alcanzará a tener aceitadas si le toca asumir el próximo 10 de diciembre.
En ese vertiginoso andar, mitad con el traje de candidato y mitad vigilando y haciendo acuerdos para tratar de llegar a su mandato con un país que no vuele por el aire, « el Alberto» asume posiciones de riesgo y comienza a emitir opiniones propias de un mandatario.
Y en este juego ha logrado un verdadero récord que bien puede ir al Guiness de la política. Hace unos días ante una de las habituales manifestaciones de agrupaciones piqueteras y el accionar del que se dice «delegado papal». Juan Grabois cortando avenidas y calles porteñas, el candidato debió pelearla duro pidiendo que liberaran esas calles y que no era lo mejor lo que estaban haciendo. No lo pidió el presidente Macri. Lo hizo Alberto.
Y no le fue fácil convencerlos.
Y ahora, al cierre de esta columna llega el acontecimiento inédito. Una vez mas, la Argentina se convierte en vergüenza mundial con un paro de gremios aeronáuticos que han dejado a miles de pasajeros vara-dos y tirados en los aeropuertos como si se tratara de una pequeñez. Ante este panorama, el candidato Alberto Fenrandez, sin ningún disimulo salió al cruce pidiendo que levanten la medida de fuerza que se anuncia para todo el fin de semana. La respuesta de los gremios (integrantes de la CGT que acaba de unirse luego de años y declararse aliada a Fernández) ha sido tajante: El paro no se levanta, convirtiéndose así en el primer paro que le hacen a un candidato aún no electo.
La historia contemporánea recuerda permanente-mente los trece paros nacionales que le hizo el gremialismo al gobierno del Dr. Raúl Alfonsín y de allí en mas el triste y en muchísimos casos delictivo accionar de los históricos y «gordos» dirigentes sindicales argentinos. Pero que conste en actas, que Alberto ha superado todo lo conocido.
No inscribir esto para que que quede en nuestros archivos sería pecar de distraído en la perspicacia periodística. ¿Cómo llevar a cabo esa enunciación del primer párrafo en cuanto a esperar un gobierno que cuente con un plazo de gracia para acomodar al menos aquellas cosas que pueden hacerse en unos meses, si en caso de llegar a la presidencia Fernández asumirá con el nada agradable privilegio de haber padecido algunos paros claramente llevados a cabo en contra de su pedido y su postura aún antes de haber sido electo?.
No hay, claro que no, intención de echarle mas pesimismo a nuestra sociedad con este relato. Pero no hacerlo, sería, según nuestras convicciones, convertirnos en un mero mercachifle de espejitos de colores que no sentimos. Las cartas están echadas. No por nada, y pese a ir al acto en su condición de candidato peronista, este jueves en la reunificación de toda la Central Obrera (CGT) un vocero muy cercano al propio Fernández no ocultaba su preocupación extrema. «Esto es lo peor que nos puede ocurrir. Mientras todos celebran este aparente idilio, nosotros sabemos bien que el mensaje es nos juntamos todos para que entiendan que la cancha la marcamos nosotros».
Desde chico aprendimos ese refrán que tenía buenas intenciones: «No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy».- En esta triste argentina actual, dan ganas de llorar al ver como los responsables mayores del fracaso eterno se dicen y llevan a la práctica aquello de «no dejes para el 10 de diciembre lo que puedes empezar a hacer ahora»
(Editorial publicada en la edición de TIEMPO de Ranchos del 05-10-2019)