Acaba de producirse un acto eleccionario en todo el país en el marco de lo que se conoce como Elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) que como sabe la ciudadanía «en la práctica» no definen cargo alguno salvo las candidaturas definitivas de cada partido o espacio como se denominan ahora.
Sin embargo, producto de la contundencia de los resultados que la ciudadanía expresó en las urnas, salvo en alguna provincia y algunos municipios donde se mantiene la incógnita sobre lo que ocurrirá en octubre, estas «poco importantes» elecciones dejaron prácticamente definido al futuro presidente de la nación, al gobernador de la provincia y al intendente municipal.
Dicho con el respeto de todos los que competirán con ellos en 70 días, pero haciendo una serena lectura del escrutinio. Y al margen de las pertenencias partidarias, las ideologías y las simpatías, también esa lectura muestra lo que resulta ser el meollo de la endeblez democrática de la Argentina.
Es que al hacer un breve repaso de los últimos 35 años de democracia, los argentinos no padecemos los in-convenientes del bipartidismo, como tantas veces se ha repetido, sino algo mucho peor que es el partido único. El país acaba de dar otro paso gigantesco hacia la demostración de la teoría que dicta que el único que puede gobernar este país es el peronismo. Y está comenzando el proceso que nadie imagina cuanto durará de tener gobernantes de ese signo en el país y en la enorme mayoría de las provincias. Peronistas históricos que los hay; pseudos peronistas como el Kirchnerismo que ha repetido hasta el hartazgo que son otra cosa y no peronistas y los siempre nuevos peronistas que, avalando lo que estamos escribiendo, enterados que solo habrá gobiernos de ese signo entonces sus lógicas serán «convertirse» en peronistas si desean alimentar sus pretensiones personales. Allí aparecen los que hace un tiempo decidieron eso como los «antes gorilas» Sergio Massa o Fernando Grey (Pte del PJ bonaerense) que tanto supieron soñar, creer y prometer que el camino de cualquier país serio era el liberalismo de Alsogaray. Y los Pino Solanas, Vicky Donda y tantos otros que hasta hace poco gastaban bancas y espacios de TV criticando al espacio que ahora los cobija y los lleva de candidatos defendiendo sus viejas teorías socialistas.
En fin. Ya lo dijo el genial Jorge Luis Borges: mas tarde o mas temprano somos todos peronistas. Que seguirán repitiendo: mi marxistas ni socialistas: peronistas.
Y aquí viene lo central. ¿Y cómo no serlo?. Si para agregar respaldo a esta teoría desde el ´83 hasta aquí, primero Raúl Alfonsín y luego la Alianza de De la Rúa como presidentes de otro signo solo abonaron en el sentido de hacer mas necesario un gobierno justicialista o como se le llame. Alfonsín a contramano con la economía debió irse antes del poder (esto mas allá de si lo ayudaron o no a irse desde la oposición); de la Rúa apenas si duró un rato en la presidencia y generó una crisis sin antecedentes y ahora Macri deberá atender con minuciosidad como llegar al final de su mandato.
Y en este caso, llegando al extremo que quien pareciera ser el factotum de reemplazarlo es nada menos que quien ya gobernó ocho años hasta hace muy poco y nadie, en un sano juicio puede decir que su gobierno fue siquiera bueno. Vaya un botón: su actual compañero de fórmula y tal vez futuro presidente Alberto Fernandez sigue sosteniendo que le cuesta encontrar «una sola medida buena en los últimos cuatro años del gobierno de Cristina».
¿Estamos entendiendo los argentinos lo que realmente nos está pasando mientras hablamos de Democracia y República todo el día? ¿Son capaces de comprender los que han podido acceder al gobierno representando a otras fuerzas políticas el daño histórico e irreparable que le han ocasionado al sistema institucional argentino?.
¿Cómo hacer para que una vez hecho realidad todo esto que parece irreversible, vuelva a conformarse un espacio político alternativo al peronismo en el que la ciudadanía vuelva a creer? ¿Por cuánto tiempo se repetirán elecciones como las del 2011 con un presidente (o su vicario) ganando casi sin tener oponentes serios? ¿ Con qué autoridad podrán después de diciembre discutirle dirección o medidas del gobierno a este peronismo, (como dice el tango) «¿Después de lo que me has hecho»?.
Macri tenía sobre sus espaldas mucho mas que la responsabilidad de gobernar un mandato. Y mucho mas que mantener en el poder a un espacio político. Debía asumir el compromiso de utilizar la última posibilidad que en mucho tiempo la ciudadanía argentina le daría a un gobierno de otro signo de demostrar que este es un país donde se puede vivir dignamente sin el peronismo gobernándolo. Pero ni siquiera lo entendieron.
Ni Macri ni sus miles de dirigentes en todo el país. Los que no le dijeron que no podía designar en la oficina anticorrupción a una obsecuente e inhábil para el cargo como Laura Alonso. Mucho peor: los que se hicieron cómplices de una maniobra tan grave como las peores que le endilgaron (y seguro cometieron) en el gobierno anterior como los aportes truchos de campaña que aquí en General Paz le aceptaron haciéndose los perros que voltearon la olla, decenas de honestos vecinos pero que no hicieron mas que echarle una palada de tierra encima al gobierno creyendo que todo pasa. Los radicales que en su gran mayoría solo se interesan por ver cuantos cargos y contratos recibían. Los dirigentes enceguecidos de cada distrito que mientras seguían recordando a Lázaro Baez ni se fijaban que pasaba con ese mamarracho de la obra del canal o el Jardín de Infantes 905 del programa que pasó de 3.000 jardines a 10.000 aulas.
Para ser opción al peronismo -y todo país necesita opciones- hay que ser DIFERENTES. Pero no solo en el envase. O en algunas formas. En el color de la camisa. Diferentes en la honestidad al gobernar y eso no está tan claro. Aunque se afirme que en todo « han sido mas transparentes». No hay que ser «mas» honestos. Solo HONESTOS. No hay que ser algo mas tolerantes. TOLERANTES. Y eso significa que Vidal no debía darle un portazo a su compañero de espacio Emilio Monzó y echarle de la legislatura los cuatro legisladores que eran de su tropa. De esa soberbia, es ella la responsable. No Macri.
Pero claro. Si todo esto fuera generar una derrota electoral de un espacio y hasta un poco de angustia a la ciudadanía no tendría la gravedad de este momento. Aquí se puso en juego la democracia y el sistema como el propio Macri repetía. Pero fue él, su gobierno y sus dirigentes lo que lo hicieron.
Méjico, un país conocido necesitó ocho décadas para salir del partido único y construir sus alternancias de a poco. Nosotros acabamos de dar el último paso para entrar en el principio de aquella extensa y negra historia mejicana. Han logrado que por un largo tiempo al menos se silencien las voces que apuntan con el dedo acusador al peronismo de muchos de nuestros males.
Es cierto: lo hicieron. Pero mas cierto es que desde la vereda de enfrente nos quitaron a todos los argentinos la posibilidad de evitarlos. Y de eso deben hacerse cargo no solo ahora o en octubre, sino ante la historia.
(Editorial publicada en la edición del semanario TIEMPO de Ranchos del 17-08-2019)
Lo que quedó clarísimo es que estos macristas no vuelven NUNCA MÁS