Como ampliamente se informa en esta edición, el equipo de fútbol de la ciudad acaba de consagrarse nuevamente campeón de la compleja liga en la que compite con 23 equipos mas, algunos de ellos del gran Buenos Aires y que significa repetir o convalidar el título que ya había ganado el torneo anterior hace menos de seis meses.
Una verdadera multitud que jamás se vió se hizo presente el domingo en la fría y tormentosa tarde de la final en el estadio J. L. Brown para darle digno marco a una fiesta deportiva, que si bien de eso se trata y así se informa en las sección correspondiente, trasciende al mas popular de los deportes y merece ser observado como un fenómeno social con características muy propias.
El fenómeno Atlético goleó a algunos de sus rivales, pero mas que nada goleó a la grieta social. Una comisión de jóvenes dirigentes ambiciosos, trabajadores y con alta imagen en la comunidad, se fijó un proyecto coherente y puso reglas muy claras. Basado en el orden, la disciplina, la solidaridad y el respeto, valores totalmente bastardeados en la sociedad argentina actual que en nombre de supuestos progresismos y modernidades los rechaza y hasta combate. Esos pilares han vuelto a demostrar que son los únicos que conducen al logro de los mas altos fines, cuando se los acompaña con la constancia y el sacrificio que toda empresa exige.
Podrá decirse – como es cierto – que contaron con el respaldo de toda una comunidad en este logro alcanzado. Pero no es menos cierto que en una etapa anterior el foco estuvo puesto en eso: trabajar para ganarse el respeto y la empatía de la comunidad. Hacia adentro lo ya expresado de orden, disciplina, convivencia y solidaridad, Hacia afuera, transparencia, trabajo y humildad.
Y un proyecto general que también incluía paciencia para esperar frutos en un mediano plazo terminó concediendo esos frutos mucho antes de lo esperado.
Nadie resulta capaz aquí de levantar la voz en son de una crítica, en un país donde todo se critica y lo único que es noticia es lo fatal, lo dramático, lo transgresor, la institución se convirtió en la mayor noticia del distrito y de la zona por sus éxitos.
La entidad rompió la regla de que es noticia el avión que se estrella. Este avión viaja bien, sus pasajeros solo tienen elogios para el servicio, llega en hora a destino y tiene mejor servicio a bordo.
Y es noticia por ello.
Vale la pregunta sin eufemismos: ¿No es Atlético Ranchos un espejo en el cual mirarse como sociedad e intentar proyectar su modelo al resto de la organización social?. Casi sin dudarlo puede responderse.
Y en esa respuesta está el contundente mentis a un montón de disparates que se han ido instalando con el tiempo en pretendida explicación de todo lo que nos ocurre en general.
Veamos algunas: «Esto es argentina, no es Suiza».-
Buscamos en todo el entorno Atlético y por cierto todos son argentinos. No hay un solo suizo.
«Para esto tendríamos que nacer de nuevo».
También hurgamos en toda la institución y todos nos juraron haber nacido una sola vez.
«Lo hacen porque en algún lugar está la ventaja. Por interés baila el mono»
Estuvimos a punto de hacer una denuncia en la AFIP para que investiguen lavado de dinero, corrupción, enriquecimiento ilícito, asociación ilícita y otras yerbas.
Nuestro abogado nos dijo: «No gastes pólvora en chimangos. Estos muchachos son mas sanos que el agua bendita».-
Y por último, recordamos otra sentencia argentina:
«Veremos cuanto les dura…».
Ahí le confesamos que no tenemos respuesta. La vidente que solemos consultar está de vacaciones.
Lo que si hemos podido verificar es que los miembros de esta comisión no perciben salarios, ni dietas, ni honorarios por lo que hacen. Por el contrario, pierden dinero al dejar horas de sus actividades personales – en muchos casos bien remuneradas – y aportan de sus bolsillos dinero para gastos, viajes y otros menesteres.
Los jugadores, estos que han ganado dos campeonatos en menos de seis meses y pudieron convocar a mas de dos mil rancheros a un descampado en una fría tarde de invierno no tienen contratos ni sueldos. Los entrenadores que hacen de esto parte de su modo de vida perciben algunos viáticos, bastante menores a los de funcionarios estatales de rango medio.
Y para no quedarnos afuera, porque nos sentimos parte (y lo somos) algunos periodistas cubrimos la campaña, le dimos difusión a la misma y lejos de percibir dinero por ello, también aportamos dinero para hacerlo.
Lo que no hace falta poner porque sobra es pasión. Amor por lo que se hace. Convencimiento de su importancia. No solo deportiva sino social en un tiempo en que los malos hábitos, el delito, el mal camino está a la vuelta de cualquier esquina para jóvenes, adolescentes y no tan jóvenes.
Atlético Ranchos ha clavado una bandera en el horizonte que sirve como guía para abrir las melgas del sembrado que hace falta. Es por este modo por donde se deben abrir los surcos. Es con esta semilla que de-be sembrarse el campo de la sociedad. Es con lo que hacen estos labriegos que se cosechan estos resultados.
Al fin y al cabo no es tan difícil. Mucho menos de lo que nos lo cuentan.
Pero claro: el abono del terreno es disciplina, orden, solidaridad, esfuerzo. Constancia y sacrificio.
Sin esa preparación no hay cosecha. Ni nada que lo reemplace. Y mucho menos magia.
Y tal vez sirva para el final: pronto a elecciones en todo el país, no pareciera malo aferrarse a esta plata-forma de Atlético. A esta propuesta de la entidad. Para quienes deseamos que la argentina empiece a ganar muchos títulos en calidad de vida, en salud, en educación, en trabajo, en justicia y en tantas otras cosas, será bueno «parar la oreja» para advertir cuando aparezcan los candidatos que nos propongan ejercer esas virtudes.
Los que vengan a decirnos que debemos aportar disciplina y orden. Sacrificio y constancia. Y a su vez ellos entregarán transparencia y humildad. Solidaridad y respeto irrestricto por la ley. Mucha pasión por lo que hacen. Unirse bajo los colores de la misma camiseta que defendemos todos. Y percibir lo posible para no comprometer las arcas de la institución de todos.
Ahhhhhh, si aparecen esos candidatos que lindo será ponerles el voto. Y acompañar los domingos aunque llueva. Y gritar y apasionarse. Y aplaudirlos a rabiar.
Aunque tarde un poco mas o menos, los títulos llegarán. Y todos queremos ser campeones.
Con los que nos prometen derechos y mas derechos, sin obligaciones a cambio. Los que nos dicen que disciplina y orden es autoritarismo y hay que revelarse a ello. Los que nos dijeron que esforzarse es ser explotados y eso jamás hay que aceptarlo. Los que nos repiten que no es que ganen demasiado sino que para hacer política «hace falta mucha plata».
Con esos ya venimos probando hace tanto tiempo.
Y no solo no ganamos un campeonato. Ya no quedan mas categorías para seguir descendiendo.
Con esos no. Ni a la esquina.
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18 de abril de 2024