Vivimos un clima de tensión del que no resulta fácil escapar.
No por culpa de los medios, como persiste en equivocarse el Gobierno, sino por la realidad desnuda que hace que cada día seamos sometidos al martilleo infernal de voces histéricas, denuncias vergonzantes y fundamentaciones absurdas.
En este marco, no puede resultar extraño que estemos a pocos días del choque de los planetas.
El hecho de que la jueza Servini de Cubría haya sentenciado la inevitable inconstitucionalidad de la ley de reforma de la Justicia y que por vía del “per saltum” la norma esté ahora en manos de la Cabeza del Poder anticipa un temporal.
Es que la Dama de Blanco, la Justicia, seguramente convalidará la decisión de la Jueza con competencia electoral y el intento oficial de adueñarse de la Justicia pasará a mejor vida.
La Dama de Blanco, con sus ojos vendados, su balanza en mano izquierda y la espada en la derecha, cumplirá con la misión que le ha sido asignada con la racionalidad que le es propia.
Lo que no puede anticiparse es la actitud que asumirá la dama de negro.
Tratando de mantener una razonable cuota de objetividad, hay que decir en principio que el blanco de una es un símbolo de la República.
El negro de la otra es sólo el alargamiento del uso de un atuendo con connotaciones personales íntimas que en todo caso podría analizar un especialista en las ciencias de la psiquis.
Quien carece de esa formación profesional puede sí imaginar que por estilo no será tranquila y reflexiva la reacción de la inquilina de la Casa Rosada.
Hay antecedentes peligrosos que es de esperar sean solo desbordes emocionales de algunos de sus cercanos.
Hace unos días el Jefe de Gabinete dijo en el Senado que no hay nada que corregir porque no se han cometido errores.
Tiempo atrás la Jefa de las Madres de Plaza de Mayo vocera del Poder dijo en un acto en las escalinatas del Palacio de Justicia que los Jueces son “una manga de turros” y que si no cumplían con los deseos de los que mandan habrían de invadir el Palacio.
Cuando la derrota de la 125 se supo que la Jefa de Estado entró en crisis y amenazó con irse con el argumento, según dijeron, que “este pueblo no nos merece”.
Fueron comentarios salidos de intramuros pero es de desear que no hayan sido más que una versión inexacta.
Resta esperar que ni una crisis psicológica y mucho menos una invasión destituyente ejecutada por tropa propia sea lo que venga.
Es de desear que la mesura y la responsabilidad golpee en la puerta de todos para que el clima electoral que ya está entre nosotros no se desborde y podamos cumplir con nuestros deberes cívicos de elegir lo que más nos guste sin otra presión que la que nos proponga nuestra responsabilidad ciudadana.
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