Por Héctor Ricardo Olivera
La Democracia somos nosotros.
Esta definición no presume de un aura celestial de que esta columna carece.
Simplemente quiere decir que en Democracia se viven con igual intensidad nuestros defectos y nuestras virtudes.
No hay dudas que es ella, por lejos, el mejor sistema de Gobierno desde la Grecia de Pericles hasta hoy.
Posiblemente una de sus mayores virtudes es la facilidad con que se puede identificar a los que no son democráticos, tarea que resulta altamente beneficiosa para cuidarla y mejorarla.
Actitudes, discursos, sutiles o contundentes actos hacen que sea fácil identificar a los que no son parte del sector.
Aunque a veces acuden a disfraces populistas o formas de organización con antifaz siempre terminan enredados en sus verdaderos objetivos antipopulares.
Tal es el caso de la carta abierta recientemente publicada por los obispos de las seis diócesis de la Provincia de Córdoba en la que opinan sobre el tratamiento de la interrupción voluntaria del embarazo que está hoy en análisis en el Senado de la Nación.
Es absolutamente legítimo e imaginable que la Iglesia se oponga al aborto.
Tiene total libertad para hacerlo.
Pero a los obispos de la Docta se les voló la sotana.
Es que en su texto dijeron que la aprobación de la Ley transformaría al País en una dictadura.
Para ser obispos seguramente deben ser tipos grandes lo suficiente para haber vivido con nosotros los horrores de las dictaduras.
Suena entonces insultante el contenido de la carta abierta.
No es la única expresión de este tipo.
De la misma corporación el cura llamado “Pepe” que tiene una capilla en una villa del conurbano dijo que “el aborto es un tema impulsado por el Fondo Monetario Internacional”.
Ya había sacado con otros curas del mismo grupo una carta diciendo que “no es de cristianos votar por Macri”.
Si por ellos fuera reemplazarían en sus misas la señal de la Cruz por las manos alzadas con los dedos en “v”.
Estos delirios se mezclan con otros del mismo tenor que claramente identifican a los que no son democráticos.
La Sra. Carlotto encendió su fidelidad kirchnerista cuando dijo que “si pudimos con Videla también vamos a poder con Macri”.
De los dichos de la Bonafini se puede llenar una biblioteca, pero sería un aporte de clara indigencia intelectual y una muestra de las groserías que no valen detallar por vergüenza ajena.
Suma a la misma cuenta el oscuro personaje que es Luis D´Elía que propuso el fusilamiento presidencial en Plaza de Mayo.
Lo que sí es claro es el intento de generar un clima pre-conflictivo que solo procura cumplir con el objetivo de impedir que el Gobierno Constitucional de Mauricio Macri cumpla su mandato.
Son los distintos pelajes del peronismo que no pueden admitir que un Gobierno legítimo no peronista termine su mandato.
Y mucho menos que lo continúe.
Esta construcción antidemocrática no excluye socios.
Los junta desde las izquierdas radicalizadas, la oligarquía sindical, la Iglesia peronista del Papa que no viene pero ordena desde su púlpito dorado y de todos los que reniegan de la Democracia que los desplazó del poder.
Para todos ellos la crisis económica que existe y nadie niega es una fiesta.
Los subsidios son un motivo de revuelta que junta gente y corta calles.
El tratamiento de una Ley en el Parlamento es, como dicen los curas, el camino a la dictadura.
Más aún, para el Papa es un método “nazi de guante blanco”.
La grieta que nos separe de esta gente es legítima y necesaria.
Frente al silencio cómplice de tantos del otro lado hay que juntar a los que, sin perder sus individualidades políticas, estén listos a sostener un sistema que costó demasiada sangre para que unos pocos especuladores de hoy lo banalicen al servicio de intereses menores.