Escuchar, leer o ver por medios la situación general del país es verdaderamente decepcionante y si apuntamos puntualmente a la economía ya cuesta diferenciar las opiniones de especialistas afines al gobierno y los ligados a la oposición, porque desde hace tiempo abundan las coincidencias en torno al estado real de las finanzas y sobre todo al panorama que imaginan a corto y mediano plazo casi todos ellos.
Las ecuaciones que plantean en torno al endeudamiento, los compromisos de pagos que el país tiene de aquí a fin del año que viene, el déficit fiscal de una dimensión insostenible y todo ello en un contexto de altísima inflación y caída de la actividad económica mas huida de capitales, conforman un combo explosivo que ya nadie puede desconocer ni dejar de advertir.
Las opciones que se imaginan son de malas a peores. Y en ese panorama, el efecto se convierte en causa, al generarse una desconfianza interna y externa que se convierte en la mecha encendida de esta catástrofe.
Aquí vale detenerse para mirar mas ampliamente la situación. ¿Revertir el clima de desconfianza en el mercado y en la sociedad toda, es una obligación que alcanza solo al gobierno?. No.
Absolutamente no. Los tiempos de la economía y todas sus variantes -claramente las inversiones incluidas- se miden en períodos mucho mas prolongados que los del mandato de un gobierno, incluidas sus posibilidades de reelección.
Esta es una cuestión que la Argentina jamás observó. Basta con repasar lo que cada partido o espacio político piensa y opina del opositor que estuvo en el gobierno con anterioridad y de los que pueden llegar a sucederlo.
Y del mismo modo si invertimos las opiniones. O sea de los opositores de la actualidad sobre los que deben gobernar.
No solo cada uno dice a los gritos de la incapacidad y programas erróneos de los otros, sino que nadie calla la corrupción de esos otros.
Si la mitad de los argentinos afirma que los que gobiernan son ineptos, ignorantes, transportistas de los males de la población, mentirosos y corruptos y la otra mitad dice lo mismo de quienes estuvieron antes y los que vendrán en el futuro. Todos haciendo codillos. ¿De qué confianza podemos hablar?. ¿Con qué argumento creemos y pedimos confianza en esta sociedad?.-
Para estar a tono con el momento. Es como lo hecho por los apasionados aficionados del fútbol que clamaban por confianza en la selección de fútbol en el mundial, cuando no había un solo elemento racional que hiciera pensar en un final feliz.
Pasó lo que debía pasar. Y en el país, todo indica que pasará lo que la razón anuncia.
De todos modos, para quienes creemos que el entusiasmo por la situación general del país y de todos los habitantes debe ser mas importante que la del fútbol, nos declaramos hinchas de la nación y esperamos un final mejor para la Argentina país que para el combinado de la pelota.
Es en esta instancia donde la mirada debe extenderse bastante mas allá en el horizonte. Mucho mas allá del 2019, de las próximas elecciones presidenciales y naturalmente del partido gobernante, para ubicarse contemplando lo que puedan hacer en un futuro gobierno los diversos aspirantes de hoy.
En ese panorama, a la actual gestión se le opone como mayor fuerza el aún dividido partido justicialista en sus diversas versiones, de Kirchnerismo, Federal, Frente Renovador y otras. Aún en medio de las profundas internas, intervenciones, diferencias etc. del movimiento justicialista, es evidente que una de sus grandes carencias es la falta de una (UNA) figura convocante. Un dirigente capaz de asumir la responsabilidad de representarlos con serias posibilidades en una contienda presidencial. Sin ello, creer que puede saberse lo que hará en el gobierno el mismo partido que gobernó con Menem, Duhalde, Kichner o Cristina con las abismales diferencias de políticas existentes entre ellos, es utópico.
En medio de algunos nombres que se tiran en la especulación, ha aparecido con cierta fuerza el del conocido animador televisivo Marcelo Tinelli como probable candidato presidencial de al menos un amplio sector del peronismo.
Y aquí surge la pregunta eje de este artículo: si el angustiante problema actual de la Argentina son las políticas del gobierno y la desconfianza que genera y la alternativa como opción por los siguientes cuatro años, podrían ser de un gobierno encabezado por un famoso animador carente de toda experiencia de gestión de gobierno y de administración estatal, ¿En base a creer en que confíen en nosotros en alguna parte?
El ejemplo, mas allá de ser elocuente, seguramente puede ser aumentado a varias alternativas mas por el lector. Ya parecieran por lo menos equipararse las responsabilidades a la hora de hablar de generar confianza entre actuales gobernantes y probables sucesores.
Unos parecieran ir agotando la cuota que el pueblo les concedió al darles el gobierno. Los otros parecieran no contar con elementos para generarla ni siquiera en dosis mínimas.
Por eso tal vez, a unos y a otros les sobra la crítica y la acusación a sus adversarios. Puro señalar la paja en el ojo ajeno.
Pero de virtudes propias, las que hacen falta para esa bendita confianza, todos padecen un déficit de inmensas dimensiones.
(Editorial publicada en la edición del Semanario TIEMPO de Ranchos del 07-07-2018)