Para evitar mal entendidos, aclaro que la alteración del orden de los sustantivos en el título no obedece a un error de redacción.
Es cierto que el dicho popular “hecha la trampa, hecha la ley” tiene absoluta vigencia y en la Argentina posiblemente la práctica se potencia por esa adición a la anomia a que somos tan afectos.
La razón de ser de la alteración voluntaria del orden de los términos “ley” y “trampa” aspira a proponer una estrategia que sirva para la reparación institucional que recupere el orden natural de una sociedad democrática.
Los diez años de este modelo de gobierno se han caracterizado por la aplicación de una conducta de autoritarismo creciente que avasalla derechos y destruye límites éticos.
El abuso de una mayoría circunstancial en el Congreso de la Nación ha servido para concretar la sanción de leyes que significan un atropello al respeto por la convivencia.
Se han hecho todos los intentos para señalar que la mayoría circunstancial habilita para el ejercicio del Gobierno pero que de manera alguna supone la inexistencia de la parte de la sociedad que no acompañó la boleta del ganador.
La Democracia pone en manos de quien gana una elección las herramientas del ejercicio del Poder pero a la vez condiciona esa acción al respeto por la dignidad y los derechos de todos.
Cuando quien ejerce el Poder no comprende este condicionamiento se produce un desorden que fácilmente puede advertirse en este presente.
Para remediar tanto mal, es imprescindible usar más Democracia al servicio esta vez de la reparación.
La manera más ordenada de hacerlo es garantizar que alcanzada la mayoría de otro cuño en las urnas, los electos se comprometan a la revisión y derogación inmediata de todas las leyes que hieren la convivencia, avasallan derechos y consolidan arbitrariedades.
La reforma del Poder Judicial, la que habilita a la Comisión de Valores a intervenir empresas privadas, la que blanquea dólares de dudoso origen sin investigación de sus titulares, por citar sólo alguno de los ejemplos más recientes, deberán ser derogadas en menos de una semana de la puesta en marcha de la renovación legislativa que surja de las elecciones de octubre.
Es claro que para que esto sea posible, es obligatorio que las urnas expresen esta decisión soberana.
Y para ello la oposición debe ser contundente y unívoca en su compromiso de actuar junta en esta tarea.
Hay que admitir que los tiempos se acortan y no aparece aun una manifestación en tal sentido.
Deben saber los dirigentes de la oposición que los ciudadanos de a pie ya sabemos lo que es este Gobierno.
Queremos saber qué son ellos, porque se nos va la República por la rejilla del baño si no se abandonan vedetismos y se pone el aporte de cada uno al servicio de este requerimiento que a todos nos involucra.
Las trampas que nos han hecho necesitan de las leyes que de ellas nos liberen …
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