La juez federal con competencia electoral María Servini acaba de decretar la intervención del Partido Justicialista de la nación, atendiendo varios pedidos en tal sentido que se tramitaban desde hace bastante tiempo, entre ellos uno del ex presidente Eduardo Duhalde. El interventor designado ha sido el dirigente gastronómico Luis Barrionuevo, que acaba de ocupar el despacho principal de la sede de la calle Mathew en Capital, en lugar de la conducción que presidía Luis Gioja con Daniel Scioli como vicepresidente y que al margen de las dudas que dejó el Congreso donde fueron elegidos, en el lapso que llevaban como conducción, su mayor hacer fue no hacer nada a favor del partido mas trascendente de la política criolla.
Dos aspectos resaltan de este hecho: los fundamentos del fallo de la juez al que si bien no se le pueden negar conceptos estrictamente políticos, debieran tener bases sólidas jurídicas que no están claras aquí. Sin ser tan vacío, es probable que termine siendo blanco de la apelación a instancia superior que ha presentado el intervenido.
La otra cuestión pasa por la discutida figura del interventor Luís Barrionuevo. Son dos aspectos que desde la tribuna jurídica podrían objetarse con argumentos respetables.
Pero lo llamativo, es que la reacción, breve pero virulenta llegó desde la política misma y con argumentos mas políticos aún.
Tal como estaba la situación en el espacio más importante de la oposición nacional, nadie disfrutaba más que el oficialismo. Pensar que la conducción de Gioja y compañía podía renovar al peronismo, organizarlo, unificarlo y hacerlo una fuerza competitiva para el 2019 es una quimera que solo pueden imaginar los ingenuos o los interesados en llevar al PJ mas al fondo de lo que ha llegado. Tan insólito es este razonamiento que el PJ estaba en manos de dirigentes que vienen de competir todos EN CONTRA DEL PJ, como que el vicepresidente Daniel Scioli es actual di-putado de un partido llamado Unidad Ciudadana, el propio Gioja militó en la última campaña en contra del PJ, las autoridades de la provincia de Buenos Aires, Espinosa hasta hace poco y ahora Menendez son dirigentes de Unidad Ciudadana (o sea el Kirchnerismo, algo tan lejano al peronismo puro como el Partido Obrero) todo lo cual conformaba un escenario que inequívocamente solo podía llevar a la permanencia del actual oficialismo macrista en la nación, en la mayoría de las provincias y de los municipios.
Políticamente, nadie con un par de centímetros de frente, puede dudar que esta intervención que tiene un claro mandato de abrir las puertas del partido a todos y generar una renovación y unificación del mismo, es una alternativa que a priori, debiera esperanzar a los «compañeros» que por cierto hasta ahora no podían almacenar demasiadas esperanzas de cara al año próximo como que no fuera sumar una nueva derrota a las últimas que vienen sufriendo.
Al respecto, hace horas, Barrionuevo se ha presentado en sociedad acompañado de un par de dirigentes como Carlos Campolongo y Julio Bárbaro que ante la mayoría de la opinión pública, resultan mucho mas sensatos, dialoguistas y equilibrados que el grueso de la dirigencia que manejó (y podría decirse chocó) al peronismo en los últimos años.
En un proceso muy extraño para un peronismo donde eternamente el que perdió se corrió (o fue corrido) para poner un rey nuevo, la ex presidente Cristina Fernandez, además de su confesa condición de no peronista («Perón fue un viejo pelotudo» supo decir) y de haber ido a elecciones siempre sin tener como bandera al PJ, sino a su Frente para la Victoria y por último creando su Unidad Ciudadana, perdió cuatro de las últimas cinco elecciones en el país, incluyendo en ellas el histórico bastión de la provincia de Buenos Aires, donde ella decidió la fórmula de Anibal Fernandez – Sabatella en 2015 (¡Hay que tener imaginación para encontrar una fórmula como ésta para perder la provincia!), con ella decidiendo la fórmjla presidencial Scioli – Zannini (directamente un antiperonista) que perdió con Macri – Michetti sino ella misma encabezando en la provincia de Buenos Aires la lista del año pasado para senadores donde terminó perdiendo frente a Esteban Bullrich. ¿En cualquier momento de la rica historia del peronismo cuanto hubiera tardado C. Fernandez en convertirse en un cadáver político?. Menos de un día seguramente hubiera opinado nuestro querido y recién desaparecido vecino Adolfo Giles.
Pues bien: políticamente hablando el fallo de María Servini abre las puertas para la llegada de una instancia bien peronista. Vuelvan todos, a mostrar unidad, competencia interna (¡si volviera una interna como la de Menem – Cafiero del ´89¡) y el que gana será el candidato de todos y el que pierde acompaña.
Servini puede ser objetada como juez de la nación en su fallo. Pero políticamente y desde el peronismo, pareciera merecer aplauso, medalla y beso.
Y vale destacar que fronteras afuera del peronismo el caso también se sigue con atención. Porque hace rato que en el país ninguna fuerza política tiene los votos propios y cautivos para ganar ninguna elección presidencial. Todos necesitan de los propios mas los independientes o ajenos para ganar. Y esto, que ignoran evidentemente los que en lugar de trabajar para captar esa porción cada vez más numerosa de la población, solo creen que deben fabricar mas peronistas que canten la marcha y hagan la V de la victoria.
Los argentinos, TODOS, necesitamos en momentos tan difíciles y donde el gobierno nacional pareciera no hallar el rumbo en varias materias, de un peronismo renovado, aggiornado, con mucha menos marchita y mas ideas, con menos dogma y mas pragmatismo. Con menos históricos y mejores candidatos para que se ofrezcan a la voluntad de todos. Incluídos los muchos argentinos que votaron por Cambiemos.
Eso es lo que garantiza no conseguir el Kirchnerismo y sus acólitos, entre los cuales se destacan en primera fila los Gioja, Scioli, Menendez y compañía. Nadie puede asegurar que esta intervención pueda lograr estos cometidos. Es más: sobran razones para dudar de eso.
Pero los argentinos independientes. Los muchos que votaron a Cristina en su momento, que luego fueron por sacarla del poder con Macri y que tal vez estén cada día más cerca de buscar como cambiar a Macri en 2019 necesitan ser seducidos. Y eso parecieran ni siquiera intentar y mucho menos lograr, dirigentes (muchos jóvenes de edad, pero longevos en ideas y prácticas) que lejos de abocarse a aprovechar esta instancia que sin la justicia no podían lograr y apurar el proyecto ambicioso de hacer un país mejor para 2019, se han quedado en la cosa tan chiquita, berreta y miserable de defender una legalidad largamente cuestionable de Gioja y compañía, y gastar energías en mostrar quien es mas peronista. Virtud – si lo fuera – que por cierto, a esta altura, le interesa a muy pocos.
La gran mayoría estamos buscando quien es más estadista y nos proporciona mas esperanzas de arreglar este país desquiciado. Si sabe la marcha o pone los dedos en V, por cierto no nos significa absolutamente nada.
(Editorial publicada en la edición de TIEMPO de Ranchos del 21 de abril de 2018)