Con el título “Pobres blancas palomitas” esta columna predijo el 2 de diciembre lo que lamentablemente hoy corroboran los hechos.
No hay, obviamente, pretensión de originalidad ni de “horoscopía”.
Se trata apenas de una mínima cuota de sentido común y una especulación alimentada por la novela anual que reduce la idea de la Educación a una puja de oferta y demanda en un mercado que enfrenta al Gobierno y a los sindicalistas docentes con los mismos mecanismos que en las ferias lo hacen productores y matarifes.
El error consiste en no comprender la distinta calidad de la materia convocante.
Un kilo de asado puede valer un peso más o uno menos y nada cadmiará demasiado.
Un alumno puede aprender a ser un ciudadano culto y educado y si no lo es ha de pasar lo peor.
El cierre del ciclo lectivo 2012 se vivió en un clima de beligerancia con claros anticipos de lo que habría de venir.
El verano paralizó lo que debió ser una actividad ininterrumpida que pusiera a las partes a analizar sin interrupciones la mejor forma de encontrar puntos de coincidencia.
Las clases tienen fecha de iniciación prevista para el 25 de este mes.
Una paritaria nacional anunciada para el 8 de este mes paraliza todo el sistema de negociación.
Lo primero que hay que preguntarse es cuál es el sentido de ese encuentro con el Ministro de Educación de la Nación, cuando el Ministerio a su cargo no tiene un solo maestro bajo su jurisdicción.
Este esquema absurdo es una obra de pura cepa peronista, implementada por Menem en su momento cuando transfirió todas las escuelas a cada una de las Provincias con el aval de sus cómplices, que son los que ahora lo denigran como si nada hubieran tenido que ver.
En la primera conversación, el Gobierno Nacional ofreció un aumento salarial del 17% que es en verdad una burla a la luz del desborde inflacionario en que nos encontramos.
Después del viernes 8, si se ponen de acuerdo, cada Provincia podrá iniciar sus tratativas.
La Provincia de Buenos Aires necesita, para aumentar un mezquino 20% a su personal la friolera de 16.000 millones de pesos con los que no cuenta ni por las tapas.
Es cierto que en el Peronismo todo es posible porque así lo enseña su historia, (López Rega y Firmenich, Alsogaray y Cooke, Menem y Kirchner), pero no parece fácil que la Señora autorice el salvataje del Gobernador Scioli, calificado de “cobarde” por su segundo, el sub – comandante Boudou.
Lo probable es que al menos tengamos dudas de que el 25 a la mañana las escuelas estén abiertas para recibir a sus alumnos que son nuestros hijos y nuestros nietos.
De lo que no hay dudas, aunque esto ocurra, es que nada ni nadie , ni oficialismo ni oposición, ha hecho algo para imaginar un cambio total del sistema para hacer de la escuela lo que fue y lo que debe ser.
Es increíble que dirigente alguno se anime a anunciar que las leyes que reglamentan la actividad docente en la Argentina no sirven para asegurar la calidad de la prestación educativa.
Si los chicos no aprenden, poco importan los 180 días de clase que algunos declaman como una epopeya.
Sólo un estricto control de calidad de la prestación al cabo de cada año puede ser una medida objetiva que califique el funcionamiento de cada docente y, a partir de allí, podrán tomarse las medidas remunerativas y/o sancionatorias que correspondan.
No es justo que la buena y la mala docente cobren lo mismo por una tarea que cumplen con distinta eficacia.
Suena raro, pero sería una manera de terminar con este minué aburrido y decadente que nuestros chicos ya ni bailan ni tararean.
La adulada soberanía popular daría un salto de calidad que haría de nuestro País lo que muchos soñaron …
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18 de abril de 2024