Este lunes se recordará un año mas de la gesta de Malvinas y a los héroes que expusieron sus vidas en ese conflicto bélico difícil de justificar desde lo diplomático y mucho menos desde lo militar, pero ajustado a un sentimiento nacional de pertenencia de esos territorios que seguimos reivindicando con pleno derecho.
Si bien es cierto, desde que la sociedad obtuvo de parte del gobierno que el 2 de abril fuera la fecha digna de conmemoración (en lugar de la del 14 de junio que inicialmente había apuntado el gobierno), en todo el país cada fecha crece en programas de actos, en charlas y conferencias de los protagonistas que pudieron regresar al país para contarnos la verdadera historia, con la organización de Veteranos de guerra de cada distrito y con algún lugar establecido para rendir homenaje y mantener viva la memoria de los valientes soldados y la vigencia del reclamo. Esta vez -lamentablemente- no podrá evitarse la mención a un desgraciado episodio que si bien, no está ligado directamente a aquél enfrentamiento del año 1982, mucho sospechamos que en algún punto esté relacionado al mismo, aún habiendo ocurrido a 36 años de Malvinas.
Hace cuatro meses que 44 tripulantes del submarino ARA San Juan desapareció de las aguas del Atlántico sin que hasta el momento se haya podido ubicar ni la nave, ni los cuerpos de sus ocupantes.
Pero mas serio aún resulta que no se haya podido encontrar la verdad de lo sucedido, en el marco de una interminable serie de informaciones que se tornaron poco creíbles en la sucesión de hechos, de aclaraciones, de datos posteriores y de versiones que aún hoy, a tanto tiempo llenan de interrogantes no solo a los seres queridos de las víctimas, sino a todo el pueblo argentino.
Ya resulta una evidencia que el gobierno nacional ha manejado muy mal la información de la desaparición del San Juan. Mas grave aparece todavía el accionar de las Fuerzas Armadas y nada mejor lo que hasta el momento ha hecho (o en realidad debe decirse no ha hecho) la Justicia que investiga el caso. Lo cierto es que desde aquella primaria versión de una misión a las heladas aguas antárticas que se brindó inicialmente, un giro continuo de la verdadera misión que cumplía el submarino, supuestamente en el límite de la plataforma nacional y las aguas internacionales, mucho se habla ahora de una misión secreta a las cercanías de Malvinas, de una persecución y de la posibilidad de que la vieja nave argentina haya recibido un ataque de naves extranjeras. Naturalmente que en este contexto tan incierto, nada puede asegurarse, pero es muy llamativo que ante la insistencia de esta posibilidad no haya existido desmentida alguna por parte de la Armada o de otro organismo.
Cabe por lo tanto, darle cierto crédito a esta alternativa. Y es esa posibilidad en medio de una jornada recordatoria, donde se destaca por igual el valor desplegado por quienes dejaron su vida en las islas, como de quienes tuvieron la fortuna de regresar al continente (aunque son muchos los que por las secuelas fueron cayendo tiempo después) la obliga a enmarcarlos en quienes, antes o después han dado sus vidas por la tan noble causa Malvinas.
Cierto es que para darle toda la certeza corresponde esperar que el tiempo y los gobiernos aclaren debidamente que pasó con el San Juan y sus ocupantes. Pero la mera posibilidad que su trágico final se deba a una misión ligada a la usurpación británica de las mismas, deja claramente establecido que hoy se deben sumar a nuestros héroes estas 44 vidas perdidas en las aguas del Atlántico.
Y si bien, las vidas perdidas en una sinrazón tal como es cualquier guerra son todas de igual valor, las del ARA San Juan comienzan a adquirir una dimensión especial, porque justo en el momento en que un centenar de familiares de los soldados caídos en plena guerra, han podido visitar el cementerio de Darwin y estar en las tumbas de sus familiares y ubicarlas con nombre y apellido, para conseguir un poco de paz, nada se sabe del submarino, nada. Ni como, ni por que, ni donde.
Por lo tanto, no debieran faltar estos nombres ni este nuevo capítulo de la historia argentina en los actos y en los tributos de este 2 de abril.
Porque junto al permanente reclamo por la vigencia de nuestros derechos soberanos sobre las Islas, no podemos dejar el pedido exigente a todos los niveles gobernantes del país, a las Fuerzas Armadas y a la Justicia para que antes que tarde, nos expliquen a los argentinos que pasó con estas vidas que partieron de Mar del Plata llenos de proyectos y sueños para no regresar nunca mas.
/Editorial publicada en la edición de TIEMPO de Ranchos del jueves 29 de Marzo de 2018)