El plano inclinado por el que se desliza la República acelera los acontecimientos espantosos que nos tienen por testigos.
Si comenzamos por admitir que ninguno de los personajes que ejercen el poder accedieron a sus poltronas luego de haber viajado desde otra galaxia en una carroza tirada por caballos alados, podemos comenzar a comprender cuál y cuánta es nuestra cuota parte de responsabilidad.
Los que gobiernan fueron elegidos por nosotros, nos guste o no.
Y el nosotros, por definición del sistema, incluye tanto a los que acompañaron con su voto al oficialismo como a los que intentaron un tímido latido opositor.
Si comenzamos por asumirnos culpables terminaremos con la pérdida de tiempo que significa intentar salvarse cada uno o cada sector, con lo que lo único que se logra es gastar el tiempo y prolongar la agonía.
El triste espectáculo de ambas Cámaras del Congreso Nacional votando los proyectos de Ley que envió el Ejecutivo con la clara intención de asegurarse una Justicia que garantice su impunidad a la hora del retiro es una clara demostración de la mentalidad autoritaria de los que mandan.
Cuando no hay escrúpulos, cuando la vocación de Poder domina y cuando hay peligro de que las balas piquen cerca, los límites formales no existen.
El Gobiernos escuda en la legalidad y la legitimidad no ocupa su atención.
La Democracia es estricta en la fijación de pautas que garanticen la legalidad.
La razonabilidad, el consenso, la convivencia y la búsqueda del bien común son los aportes que el sistema deja a cargo de la sensibilidad de las mujeres y los hombres para que lo legal sea también legítimo.
Aquella, la Democracia, nos obliga a todos.
Éstas, las virtudes,son las que debemos atender antes de elegir.
He aquí lo que nos falta y lo que debemos procurar. El recinto de las Cámaras de Senadores y Diputados mostró que los números son implacables.
En esas circunstancias el escenario sirve si hay capacidad política e intelectual para presenciar un debate de la calidad del que en 1880 enfrentara a Leandro Alem con José Hernández sobre la capitalización de Buenos Aires, o nos mostrara a Lisandro de la Torre denunciando el negociado de los frigoríficos en su tiempo o a Ricardo Balbín al frente del”bloque de los 44”.
Resulta pués que el único camino que nos queda por recorrer, es el de usar nuestro DNI como el único arma capaz de sacarnos de encima lo que nosotros mismos nos pusimos.
Mientras, habrá que esperanzarse con que los sectores que ejercen la oposición comprendan cuál es su verdadera responsabilidad y qué es lo que la gente espera de ellos.
La voluntad popular, finalmente, es como un torrente de agua que baja de la montaña.
Si encuentra un cauce adecuado, llega a su meta.
Si no lo encuentra, derrumba lo que se le pone por delante y llega igual.
Mientras, veremos esta interminable sucesión de tuiters presidenciales que son una fotografía en letras de su autora, veremos el tablero que incorpora a nuestras prácticas políticas el fraude tecnológico y al Ministro de Economía de la Nación respondiendo a una periodista griega que la inflación en la Argentina es del “10,2 % o algo por el estilo”, para terminar como el Casildo Herrera de este turno.
Casildo, Secretario General de la CGT se escapó en un catamarán al Uruguay un día antes del golpe de la dictadura del 24 de marzo del 76 diciendo “yo me borro”.
El Ministro actual mostró su actitud igual de vergonzante balbuceando “yo me quiero ir”.
Volviendo al principio, no son extraterrestres.
Los pusimos nosotros.
¿Aprenderemos?
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18 de abril de 2024