Por Héctor Ricardo Olivera
En una sociedad que se caracteriza por nuestra tendencia a la locuacidad ligera y multifacética, el planteo de la despenalización del aborto que ha propuesto el Presidente Macri nos habilita a ese ejercicio opinador que nos es tan propio.
Habrá de ocurrir entonces que en las mesas de café donde todos nos sentimos directores técnicos de la selección de fútbol, en las reuniones de amigas donde todas analizan los manjares de Narda Lepes, en las fiestas donde los jóvenes opinan sobre las virtudes y las bellezas de tal o cual tatuaje, deberemos ahora incorporar este tema mucho más serio, más comprometido y naturalmente más trascendente.
Se trata, desde este punto de vista, de un avance significativo respecto de lo que son nuestros comentarios de superficie.
Hemos de ser observadores pero también protagonistas de un paso adelante respecto de nuestra condición ciudadana.
No agregaremos seguramente una capacidad que no tenemos, pero sin dudas asistiremos a erudiciones por parte de personajes de alta formación humana, científica y tecnológica que al menos incorporarán en cada uno de nosotros alguna reflexión que nos mejorará como personas.
Junto con el tema central el Presidente ha incorporado otros aspectos vinculados a la equidad de género tales como la igualdad de salarios, la licencia paterna por nacimiento y la lucha en favor del ejercicio pleno de los derechos femeninos que conforman una agenda de claro sentido progresista.
Es cierto que nuestra organización republicana se basa en la Democracia representativa lo que significa que mediante el voto delegamos en los elegidos la facultad de conducir el Estado y dictar las leyes.
Pero no lo es menos que cuando un tema tiene la dimensión de la despenalización del aborto nadie dejará de formar parte del colectivo que somos y todos hemos de pensar y decir algo como un ejercicio concreto de ciudadanía.
Ya son varias las voces que hemos escuchado y seguramente serán muchas más las que se sumen.
La Iglesia católica naturalmente salió de inmediato a la cancha con todos sus jugadores para procurar imponer su criterio obviamente contrario al hecho.
Tiene por supuesto la libertad garantizada para poder hacerlo, con el único límite que siempre le cuesta comprender que este es un Estado laico y sus opiniones no pueden pretender exceder el marco de sus fieles.
Como en junio de 1987 cuando se sancionó la Ley de divorcio vincular o en 2010 cuando la de matrimonio igualitario salió a anunciar el cataclismo de la destrucción de la familia, irrumpirá ahora también con sus pronósticos de catástrofe.
Por su lado, distintos grupos sociales y personalidades de la ciencia, el saber y las ideas también han manifestado sus opiniones favorables.
A modo de aporte a la confusión general hay que decir que seguramente nadie está a favor del aborto, pero junto con ello hay que aceptar que el aborto existe.
Se trata entonces no de inaugurar un fenómeno sino de darle cauce a una conducta que sin la protección legal pone en riesgo a las mujeres que optan por el tratamiento clandestino que está lleno de peligros físicos y psíquicos.
Por otro lado, igual que con el divorcio y el matrimonio igualitario, el tema no supone obligación sino que abre puertas de respaldo legal para quien decida su uso en ejercicio de su condición ciudadana.
No es, como escribió alguna vez el Papa respecto del matrimonio del mismo sexo “la guerra de Dios”.
No hay guerra alguna, sino simplemente la paz de sentirse protegido por la ley ante un acontecimiento muy personal.
También hay que comprender que aunque el aborto es propio de un cuerpo femenino la causa no puede ser apropiada exclusivamente por la mujer.
Muchas veces es la decisión de una pareja y la situación de ambos debe ser resguardada por la Ley.
La ola feminista que ha crecido como un tsunami debe cuidarse de ser contaminada por grupos extremos minoritarios siempre listos a sumarse con la ilusión de sacar algún provecho sectorial.
Algo de esto pasó el jueves en la marcha multitudinaria que se celebró frente al Congreso el día de la mujer.
Es ridículo manchar una causa noble reclamando la aparición con vida de Sergio Maldonado.
Resulta que ahora los mismos que durante 12 años callaron quieren gritar lo que no pudieron, supieron ni quisieron decir antes.
Dudo que la Ley sea votada por el Congreso.
No dudo que estamos dando un paso adelante que nos acercará a la meta.
Los pueblos caminan a su velocidad y hay que estar siempre dispuestos a respetarla.
Ya es mucho lo que se ha hecho con el sencillo acto de poner sobre la mesa de análisis el tema.
La presión social vale y hay que ejercerla.
Pero también debemos estar listos a admitir el respeto por la Democracia que en todo caso podrá postergar pero no anular el tema.
Es oportuno aprovechar el momento para acelerar la aplicación de las leyes de educación sexual y procreación responsable que existen pero no se cumplen.
Partiendo de la idea que la única forma de evitar el aborto es evitar el embarazo no querido hay que educar y proveer elementos de protección.
Reitero que es un placer que este Gobierno supuestamente “neoliberal” nos haya abierto la puerta que nunca abrió el Gobierno supuestamente “progresista”.
Viene bien para ordenar el pensamiento y darnos cuenta que los dogmas son excusas que ya no sirven para frenar el avance de las sociedades.