Cual un designio que no tiene alternativa, en la política argentina está instalado que el mes de diciembre es un período de grandes conflictos, de movilizaciones, protestas, marchas y lo mas grave, disturbios en masa que no excluyen poner en riesgo la gobernabilidad de la nación.
Generalmente todos remiten a lo vivido en el año 2001 como si la historia inexorablemente tuviera que repetirse fatalmente por el mero hecho de haber vivido un capítulo de tales características.
Ahora bien: si un panorama tal está instalado en el imaginario popular, cabe suponerse que la dirigencia (aquellos que van adelante de la gente) en general debiera ocuparse y hasta preocuparse de la cuestión, activando los anticuerpos para procurar evitar tales manifestaciones y haciendo todo aquello que conduzca a desterrar definitivamente tales expectativas.
Esta semana, lamentablemente hemos asistido en las grandes vidrieras nacionales, como es la capital federal y la capital bonaerense a episodios de tal magnitud que ni siquiera la agotada capacidad de sorprendernos que reina en los argentinos nos pudo abstraer del temor generalizado, la vergüenza y el repudio que esa dirigencia ocasionó.
Como para que no impere duda alguna de que no existen casualidades sino causalidades, los hechos se desarrollaron con una sincronización y simultaneidad que pretender esgrimir que ocurrieron por generación espontánea resultaría de una ingenuidad maliciosa imposible de digerir. En la ciudad de La Plata en el recinto de la Lesgilatura de la provincia mas grande del país, un intendente de una ciudad vecina no dudó en entrar al recinto donde sesionaban los legisladores acompañado de barras bravas reconocidos y a fuerza de golpes, piedrazos y cuanta violencia se le ocurrió romper absolutamente todo en el lugar donde está institucionalizado el accionar en la práctica del sistema democrático.
Por su parte, la ciudad de Buenos Aires fue literalmente tomada de manera mucho mas efectiva y contundente que en 1807 por las invasiones inglesas y en medio de la «ciudad de la furia», las hordas acicateadas por dirigentes de alta popularidad, legisladores, ex gobernantes, etc. no dudaron en ingresar al Congreso de la Nación, primero para copar el deba-te de una comisión legislativa y al día siguiente para intentar desbordar a un ejército de Fuerzas de Seguridad al que llevaron al límite de su resistencia y que por ende, no es de sorprender que se haya extralimitado en sus reacciones, lo que a punto estuvo de costar vidas y truncar todo en un escenario de batalla campal.
Los hechos sucedieron con tanta vertiginosidad que aún en los medios de prensa especializados pareciera no existir una reacción acorde y la discusión de todo lo ocurrido se centra en los temas que en tales circunstancias se estaban debatiendo en las sedes legislativas, cosa que hasta aquí no hemos mencionado ex profeso.
Y lo hacemos para sentar las bases de la siguiente consulta: ¿Es que existe algún tema que en democracia se presente para ser debatido en el marco del Poder Legislativo que justifique, aunque sea en parte, tamaña actitud beligerante?.- ¿Alguien podría decirnos con alguna pretensión de ser respaldado cuales son los temas que jusfiquen incendiar todo lo que cruce en el camino, entre ellos autos de ciudadanos comunes, romper absolutamente y poner en riesgo vidas humanas en su nombre?. ¿Cuáles? preguntamos. El aborto, el matrimonio igualitario, la adopción, la eutanasia, le reforma previsional o laboral, etc. etc. ?.
¿Cuáles?.- Ver en actitud propia de un fondista del mítico Luna Park a veteranos (viejos) dirigentes como Leopoldo Moreau puteando a viva voz al presidente del cuerpo al que acababa de jurar, al diputado hijo de la ex presidente, y a varios mas o al ex ministro de Defensa Agustín Rossi festejando haber interrumpido una sesión del Congreso del que forma parte, es la muestra acabada que los climas que se sospechan en cada diciembre, tienen raíces muy profundas y movilizadores bien identificados.
Ya hablaremos de los errores de «los otros». Pero es evidente que hasta «el famoso helicóptero de de la Rúa» mas allá del pasaje que sacó y pagó el propio ex presidente tuvo pilotos que hoy siguen buscando volver a manejar uno similar.
Ya es hora de identificar una nueva categoría de dirigentes en el país: los dirigentes de diciembre.
Lo que torna imperativo expulsarlos desde la propia sociedad civil y por los medios que ésta tiene a su alcance, en lo posible antes de los próximos 12 meses. Porque de esta forma, diciembre es un mojón que amenaza de muerte a la sociedad argentina.
Los Moreau. Máximo, Donda, Del Caño y unos cuan-tos mas no pueden ser ignorados. Ni disimulados ni siquiera atenuados. No deben regresar mas de esta vergüenza como afirma el Martín Fierro. Deben ser parte de otro Nunca Mas.
Y vale ser mas breve con el actual gobierno nacional. Mas breve por lo contundente que merece toda referencia a su iniciativa: gobernar no es solo estar preparado técnicamente (cosa que no siempre muestra este gobierno), ni mostrar autoridad, Gobernar es ante todo, tener sensibilidad y saber llegar hasta la comprensión de la ciudadanía para lograr los consensos que toda política – aún la mas acertada – requiere. Y este gobierno nacional muestra cada día carecer de esta última virtud.
Y entonces, considera que lo que no consigue por ineptitud lo puede conseguir bajo la custodia de las armas de las Fuerzas de Seguridad.
Este es el boleto oficial para abordar el helicóptero. Y lo están renovando casi todos los días.
La vergüenza cívica de diciembre lo tiene de socio al gobierno por partes iguales. Hemos discurrido so-bre los autores materiales de lo sucedido. En términos judiciales se afirmaría que el gobierno nacional es partícipe necesario. Y no está mal.
La nave está lista. Los pilotos dispuestos a manejarla sobran. Solo que el gobierno entienda que debe cancelar ese vuelo adoptando las políticas necesarias puede abortar el despegue.
Que pondría al gobierno en las alturas del viaje de retiro. Y a la Argentina en las profundidades de una tragedia colectiva como la que acabamos de vivir en los océanos del planeta.
(Editorial publicada en la edición del Semanario TIEMPO de Ranchos del 16 de diciembre de 2017)