Por Héctor Ricardo Olivera
LA LENGUA DE Cervantes es un inmenso jardín lleno de colores y perfumes que nos permite armar infinitas fórmulas que van desde las obras cumbres de la Literatura a la modesta expresión que cada cual puede alcanzar.
Como todo elemento vivo el idioma varía según los tiempos, las modas y las calidades de sus usuarios.
Esta notable capacidad de cambio nos permite acompañar los avances tecnológicos, los gustos personales y la evolución de las ideas.
Es cierto que a veces hay una tendencia remisa a acostumbrarnos a esos movimientos y resulta entonces que palabras o construcciones sobreviven más de la cuenta e inadvertidamente somos todos víctimas de contradicciones no registradas que implican falsedades que deberíamos evitar.
En este esquema cabe la permanencia del giro verbal que refiere a lo “políticamente correcto” que intenta disimular la precisión del lenguaje y reemplazar entonces la pura y dura Verdad por alguna forma alternativa que morigere las formas y desnaturalice dichos y hechos.
El instinto conservador del humano se resiste a los cambios y ocurre entonces que los procesos sociales y políticos deben poner énfasis en su vocación de cambio para acelerar la marcha y sacarnos de la modorra.
En eso está hoy el Gobierno de”Cambiemos” que ha venido a impulsar un cambio cultural que nos despoje de viejas rémoras que durante mucho tiempo interfirieron en nuestro crecimiento.
No es fácil la tarea porque las resistencias conservadoras se potencian ante la evidencia de lo inevitable.
Sucede entonces que a un sector político que durante años se creyó invencible le cuesta verse desplazado del Poder por decisión popular.
Las reacciones rozan el ridículo cuando no lo superan por lejos.
Resulta ahora, por ejemplo, que los kirchneristas son mapuches.
Olvidan su declamada condición nacionalista y parecen tolerar la existencia de una Patria adentro de la Patria de la que se sintieron custodios antes.
El discurso de lo “políticamente correcto” defendiendo a los pueblos originarios que nunca atendieron cuando los Quom acamparon durante meses en la Avenida de Mayo es, en verdad incorrecto y por tal mentiroso.
Como se saben culpables se han cuidado de expresar una mínima solidaridad con los 44 tripulantes muertos en el ARA San Luis, porque son consientes que si se recupera el submarino se sabrá con certeza la corrupción que se adueñó de la reparación del elemento que la ex Presidenta mostró con su absurdo “pato al agua”.
Los familiares de las víctimas y el Gobierno procuran lo correcto, esto es recuperar la nave para investigar a fondo lo que hicieron con ella.
No hay dudas que las baterías las han pagado como si fueran buenas pero las pueden haber comprado en Chascobat, un negocio reconocido del ramo de nuestra ciudad.
Este clima genera una tensión que llevó a muchos a criticar severamente a la Diputada Carrió, que reemplazó lo “políticamente correcto” por lo correcto y certero cuando dijo en el programa de Mirtha Legrand que lamentablemente los tripulantes estaban muertos.
Este vicio de optar por lo “políticamente correcto” es, en definitiva, una elegante forma de esconder la Verdad.
Se pueden sumar infinitos ejemplos.
Cuando en plena campaña electoral un grupo de curas que tienen sedes en villas de emergencias sacaron un documento diciendo que un cristiano no podía votar a este gobierno y debía hacerlo por la santa Cristina lo hacían en nombre de lo “políticamente correcto”.
Señalaban textualmente los curas que “un gobierno que maltrata así a su población, y vive construyendo falsedades, es un gobierno que le da la espalda a los preferidos de Dios”. Dado que “matar de hambre, desamparo o indiferencia al pobre es un pecado”, también es “pecado”, decían, “votar un gobierno que asfixia a los pobres”. Por ese motivo “como cristianos y como curas, caminando a la par del pueblo, invitamos a votar contra este gobierno, contra la agresión a los pobres y vulnerables, contra el secuestro del futuro”.
Los pobres, los no tanto y, en fin, la mayoría de la sociedad optó por lo correcto y descartó lo “políticamente correcto” que hubiera sido decir amén.
Invito a que cada uno haga su lista de mentiras disfrazadas de “políticamente correcto” …
El cambio es inexorable, pero necesita de nuestra participación para que lo correcto, lo transparente y lo verdadero sean los valores que guíen nuestras conductas y las del Gobierno.