Por Héctor “Cacho” Olivera
La Democracia establece una doble vara para medir la legitimidad de sus gobernantes.
Una es la legitimidad de origen y la otra la legitimidad de ejercicio del cargo.
La Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires obviamente cumplió con la primera cuando superó en votos a Aníbal Fernández.
Respecto de la otra legitimidad ha dado prueba de ella desde el primer día pero esta semana ha escrito una página que la ubica en el tope del podio de la seriedad, la eficacia y el sentido de la responsabilidad.
Haber logrado el reconocimiento de los derechos provinciales respecto de la igualdad del reparto de dineros públicos que la Provincia había perdido con el Fondo del conurbano es un logro de alta significación política y económica.
Ese Fondo tiene una historia particular contaminada por su cuna peronista.
Menem quería desprenderse de su Vice Presidente, Eduardo Duhalde, y para convencerlo que fuera candidato a Gobernador de la Provincia le inventó el caramelo del Fondo del conurbano.
Duhalde picó y cuatro años después, (1996), el mismo Menem congeló la partida que quedó desde entonces en 650 millones de pesos al año.
La inflación destruyó ese dinero y ningún Gobernador peronista luchó para recuperar lo perdido. No lo hizo Ruckauf, el firmante de las zapatillas que regalaba a los pibes, ni Solá, que avejentado ahora parece tener el carácter rezongón que no tuvo entonces y mucho menos Scioli, manso por demás, querendón con las damas y mentiroso serial.
Todos se sometieron a la subordinación disciplinaria propia de un Partido Político creado por un portador de jinetas.
La Gobernadora Vidal atacó a fondo y planteó ante la Corte de Justicia de la Nación el reclamo por los fondos que nos pertenecen a todos los bonaerenses.
Lo hizo sin estruendo, sin montaje escénico ni carteras Guitton.
Lo cierto es que el acuerdo inédito logrado por el Presidente Macri le significará la Provincia 40.000 millones de pesos en 2018 y 65.000 en 2019.
Los fondos, que continuarán regulándose por inflación y ganancias estarán básicamente destinados a obra pública, para terminar con el desastre heredado en materia de infraestructura.
La Gobernadora Vidal ya había logrado una semana antes la aprobación de las Leyes de Presupuesto e Impositiva por amplia mayoría en ambas Cámaras a las que, de paso, les redujo el gasto anual en la friolera de 2.500 millones de pesos.
Junto con ellas, obtuvo la aprobación de reformas substanciales en la ley n°13.295, Régimen Provincial de Responsabilidad Fiscal de los Municipios, fijando normas tendientes a evitar excesos de gastos superfluos, designaciones al voleo que generalmente se nutren de esposas, hijos, novios, amantes y otras cercanías.
Vale recordar también que Vidal ya estableció por ley la limitación a una única reelección consecutiva de los Intendentes, con lo que puso fin a los feudos que durante años corrompieron la vida institucional de la Provincia.
Estamos, en fin, en presencia de una Gobernadora que ha venido simplemente a gobernar.
Fue elegida para eso, y está cumpliendo su obligación sin miedos ni medias tintas disfrazadas de prudencia.