Han transcurrido las elecciones generales del domingo pasado como se in-forma extensamente en la presente edición. Y así como la campaña previa a las urnas se dispone para que los contendientes se comuniquen con la ciudadanía, se hagan conocer, difundan sus ideas y procuren seducir a la misma, el período posterior a los comicios invierte de algún modo los lugares de cada sector y son -o al menos debieran ser- los protagonistas candidatos electos o no, los que deben desmenuzar el mensaje de la sociedad depositado en las urnas.
No es menor la importancia de esta etapa. Rotundamente no. Hasta nos atrevemos a afirmar que pierde sentido y claramente resulta desvirtuada una elección si tras ella, los que ganan no entienden las razones de su triunfo y los que pierden tampoco comprenden porque les ocurrió ello.
Y sobre todo cuando se da un escrutinio de características particulares como el registrado en General Paz en esta instancia de 2017 al que se debe analizar en el contexto de la elección general del país y sobre todo de la provincia de Buenos Aires.
Montado en la herencia de los gobiernos anteriores, mas ligados a los tribunales judiciales que a la política, con un índice de corrupción inédito que tiene hoy a casi todo el gabinete nacional anterior y a los principales actores de la provincia procesados, la alianza actual que gobierna el país y la provincia contaron además con la inestimable ayuda de enfrentar como candidata a la ex presidente, que si bien a fuerza de dogmas impregnados en un sector denominado como núcleo duro aún conserva un tercio de los votantes bonaerenses, ya no puede perforar ese techo por la altísima negatividad que tiene en el resto de los votantes.
Esto, mas algunos aciertos del actual gobierno, la figura descollante de Vidal en la provincia y sobre todo haber comprendido hace mucho que la política a la hora de las elecciones es un producto difícil de vender que hace IMPRESCINDIBLE contar con un especialista en diseño y comunicaciones llevó al triunfo a Cambiemos que mucho antes de conformar esa alianza, tenía ya en el PRO, fuerza fundadora del espacio al ecuatoriano Durán Barba, mentor y artífice del cuadro político Macri y sus principales espadas.
A tal punto llega el convencimiento de esta incidencia que es válido decir que probablemente con las mismas estrategias y el mismo rumbo, con un estratega de esta dimensión, pudo ser otro y no Macri el hombre que realizara la hazaña casi sin precedentes de aparecer en el mapa político argentino y en tan poco tiempo ganar tantas elecciones y llegar a lo mas alto del poder.
De lo que no caben dudas es que sin el asesor Macri no hubiera llegado a esto. Así de simple y rotundo.
Cambiemos en medio de sus primeros dos años de gestión con ajustes económicos, con inflación, aumentos de tarifas y desocupación, se convirtió en la primera fuerza política en ganar en una elección los cinco distritos mas grandes del país. Y siete de las ocho secciones electorales de la provincia. En la región obtuvo victorias como en Chascomús superando la suma de quienes se ubicaron segundos y terceros (en este caso el gobernante partido municipal, o en S. M. del Monte, Belgrano o Brandsen). Este mapa, le da un tinte especial al triunfo del justicialismo en Gral. Paz, repitiendo, aunque por margen menor lo ocurrido en 2015.
General Paz, un distrito que históricamente no tuvo raigambre peronista (era la tercera fuerza de las tres que competían en las épocas de Defensa Comunal) se convirtió en invencible desde el retorno de la democracia y desde el ´83 gobierna la comarca. Ni siquiera esa victoria opositora parcial en las PASO de 2015 que presagió el final del gobierno de turno, se pudo confirmar en la elección definitiva dos meses después.
Realmente un cuadro maravilloso para el estudio de especialistas en la materia que no se atreverían a emitir un veredicto sino luego de un minucioso análisis de los factores que llevan a esta realidad. De lo que no dudarían mucho es en afirmar que quienes vienen siendo vencidos por tantos años no han sabido comprender las causas de sus derrotas para procesarlas, corregirlas y modificarlas de modo tal de convertirse en la opción mayoritaria de la sociedad. La otra razón es que no se puede desconocer que haya existido en el gobierno una gestión altamente positiva.
Claro que 34 años de tan buena tarea al menos llama la atención.
Llega ahora otra nueva instancia para que esa oposición se pregunte con mas razón que nunca que cosa/s no han hecho bien. ¿Qué razón hace que en lugar de estar entre los 115 distritos hoy vestidos de «amarillo» estemos entre los únicos 20 que siguen sin poder ser Cambiemos?.-
Por cierto que las señales emitidas hasta ahora no permiten ser optimistas en esa esperanza. Los largos festejos de sus dirigentes el mismo domingo. El descorche y la euforia de los socios de la UCR al día siguiente de la elección lleva a pensar que esta vez ni siquiera leyeron los guarismos.
Es difícil corregir las fallas, las carencias o los errores si se los considera una virtud y un acierto. Por el contrario: tienden a mantenerse y reiterarlos.
Es probable que ni siquiera lleguen a sintonizar una de las evidencias que saltan por si solas a la vista: la segunda fuerza del domingo ganó los comicios en la suma total del «interior» ranchero; esto es Villanueva, Alegre, L. Verde y escuela 15 sumados.
Perdió la elección en la ciudad cabecera. Y si bien, nada puede achacarse a un solo factor, hay uno que es tan evidente que ni a propósito se puede disimular. Se supone que eso si será ya descubierto y atendido si lo que se proponen es realmente llegar alguna vez al gobierno.
Pero todo lo dicho hasta aquí sería medianamente una cuestión partidaria mas que de estado si se limitara a eso. Ocurre que tampoco sobran evidencias para afirmar que quienes resultaron victoriosos tengan en claro los fundamentos de su triunfo. Sobran actitudes, posturas y afirmaciones para sospechar que la mayoría de sus protagonistas transitan aromas de perfumes equivocados y afirman este nuevo triunfo en pilares que solo les resultan gratos a sus oídos.
Mucho dogma, aunque la verdad transite por otros carriles.Y entonces, si llegamos a constatar que los que pierden no traducen bien el mensaje de las urnas y los que ganan emborrachan de alegrías ficticias, la cuestión pasa a ser de estado. Porque unos y otros (o unos u otros) serán los que nos sigan gobernando. Y si como dirigentes de un espacio político no saben distinguir lo que es cierto de los que es irreal; la causa de un mal o de una buena aventura; el camino que te lleva al éxito o al fracaso sin dudas menos sabrán hacerlo administrando la dimensión de todos los rancheros y los intereses supremos de todo el distrito que son bastante mas complejos y diversos que los de un partido político.
Que comprendan bien las causas que llevan a diferentes resultados a sus partidos es casi un problema de ellos. Pero que no comprendan esas causas cuando se trate de manejar nuestros intereses y el destino de los rancheros es un problema muy serio y de todos.
Sería imprescindible entonces, que advirtamos una dirigencia que empieza a poner los intereses de sus partidos por encima de sus egoísmos y caprichos personales. De sus resentimientos y paranoias. De ser triunfadores políticos.
Solo así podrán convencernos que serán capaces de hacer lo mismo con el distrito al momento de gobernarlo.
(Editorial publicada en la edición de TIEMPO de Ranchos del sábado 28 de Octubre de 2017)